Capítulo 10

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Gabriel

No podía creer que aquella cachorra tímida hubiera arremetido
de esa manera. Me di cuenta de que en algún momento iba a
sobrepasar los límites, pero no me lo esperaba tan pronto.
Pero no podía permitirlo. Si hiciera ese tipo de cosas cuando
empezara a ir al colegio, podría acabar haciéndose daño.
Los adultos tienen cierto autocontrol, los cachorros no tanto y
todos serían más grandes y fuertes que ella.
Luchó contra mí cuando la llevé a la sala de estar. Hasta que la
obligué a quedarse en la posición de tiempo muerto.
Era algo que hacíamos con todos nuestros cachorros que se
portaban mal. No estábamos de acuerdo con el castigo físico,
pero eso no significaba que no hubiera consecuencias para el
mal comportamiento.
Me sorprendió que hiciera inmediatamente lo que se le decía.
Pensé que se levantaría enseguida. La mayoría de los cachorros
lo hacen la primera vez que se les castiga.
Lo que me sorprendió aún más fue su reacción.
Podía ofr su corazoncito casi saliéndose del pecho y su
respiración entrecortada. Luego, las palabras salieron casi en
silencio de sus labios: «lo siento».
Jasmine también debió oirlo. Salió corriendo de la cocina, me
miró y luego miró a Ellie.
—¡Gabriel! -exclamó Jasmine- creo... creo que esta teniendo un ataque de pánico!
Me quedé mirando a Ellie. Cómo pude perderme eso.
Empecé a acercarme a donde estaba arrodillada, pero Jasmine
me detuvo, tocando suavemente mi brazo.
—Déjame.
Ella me vinculó mentalmente.
Observé cómo Jasmine se acercaba a Ellie, pero justo antes de
llegar a ella, se detuvo y se congeló.
Se tapó la boca con la mano y me miró horrorizada.
Se acercó lentamente a Ellie y levantó la parte trasera de su
camiseta para mostrar las cicatrices de su espalda. Mientras lo
hacía, lo olí.
Justo antes de que apareciera la mancha de humedad en los
pantalones cortos que llevaba la cachorra.
-¡Oh, Diosa! -exclamó Jasmine, que me miró.
Vi las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
-¡Mira las marcas, Gabriel! Así es como la azotaron- soltó, con la voz entrecortada.
Corrí hacia la cachorra y le puse una mano reconfortante en el
hombro.
Al hacerlo, se inclinó hacia delante y vomitó.
Inmediatamente la levanté, la acuné en mis brazos, meciéndola
suavemente.
Estaba completamente ida. Lo único que pude ver fue que murmuraba en silencio la palabra «perdón».
Me senté en el sofá con ella, sin importarme si me vomitaba
encima. Acaricié suavemente su pelo, ahora corto, y le froté la
espalda.
—Sshh Ellie, está bien— le susurré, mientras la mecía suavemente.
Sacudí la cabeza, cómo pude ser tan estúpido.
Jasmine se acercó y se agachó frente a mí.
Su mano se apoyó suavemente en mi rodilla, casi como si
supiera lo que estaba pensando.
—No es tu culpa, Gabriel— susurró,— no debías saberlo.
Miré a mi hermana pequeña, siempre sabía cuándo decir lo correcto.
-Qué deberíamos hacer? ¿Debemos llamar a Erik? - preguntó Jasmine,
Negué con la cabeza:—No, él no tenía ni idea de qué hacer la
última vez que ella tuvo un ataque de pánico. Tráele ropa limpia
y una taza de leche caliente, ¿quieres?.
Jasmine asintió y se puso de pie.
—Ah, y pon un poco de miel en la leche, creo que le gustan las
cosas dulces— añadí.
Jasmine fue al baúl del rincón y sacó otro juego de ropa de
repuesto.
Rápidamente le quité las húmedas y las sustituí por las limpias.
La pobre cachorrita seguía temblando, pero su respiración se
había estabilizado.
—Qué voy a hacer Jasmine, está tan destrozada que no sé si podré
hacerlo.
Me había vinculado mentalmente a mi hermana.
—Sí puedes Gabriel, sólo ámala. Ella está mucho mejor con
nosotros que con su propia especie.—Jasmine se vinculó de nuevo.
Miré a la pequeña cachorra en mis brazos. Por supuesto que mi
hermana tenía razón. Sólo tenía que encontrar la manera de que
se abriera. Que me contara lo que le había pasado.
Le acaricié suavemente la cara con el dorso de los dedos.
Me sorprendió que abriera los ojos y me mirara directamente.
Sus ojos eran del más bello azul.
—Lo siento- susurró.
La hice callar.
—Está bien, Ellie, te prometo que nadie te hará daño, no así,
nunca más.
Me miró y parpadeó. Una mirada confusa en su rostro.
Besé suavemente su frente.
-Tal vez algún día me lo digas, pero no te obligaré a hacerlo. Sólo si estás preparada.
Ellie no dijo nada.
Levanté la vista cuando Jasmine se acercó con una taza
humeante.
Acomodé suavemente a Ellie para que se sentara en mi regazo.
Jasmine le tendió la taza y ella la agarró con las dos manos.
Parecían tan pequeñas mientras agarraban la taza caliente. Todo
en ella parecía tan pequeño en comparación con nosotros.
¿Todos los humanos eran realmente tan pequeños?
La observé mientras miraba con curiosidad la taza. Entornando
la nariz mientras olfateaba el contenido
-Qué es?— preguntó.
Por supuesto que lo preguntaría. Ni siquiera sabía lo que era
una fresa o una naranja. Todavía no podía entender cómo los
humanos habían dejado que su mundo se desmoronara, mientras
que el nuestro había prosperado.
—Es leche caliente, con un poco de miel. Pruébala, estoy segura
de que te gustará— instó Jasmine.
Ellie inclinó con cuidado la taza y tomó un sorbo.
—¿Qué te parece? -le pregunté, mientras le frotaba suavemente
la espalda.
Asintió con la cabeza, -está bueno.
La observé mientras bebía la leche, preguntándome qué
otros horrores había soportado esta pequeña cachorra en su
corta vida. Cada vez que hacíamos algo parecía recordarle un
acontecimiento traumático de su vida.
Sin embargo, no podía andar con pies de plomo, con la
esperanza de que no ocurriera nada que pudiera traerle un
recuerdo. Tendría que ayudarla a superarlo de la mejor manera
posible.
Estaba seguro de que reprimir lo que le había sucedido no
ayudaba, pero no podía obligarla a decírmelo.
Sólo había bebido la mitad de la leche, cuando levantó la vista.
—¿Tengo que bebérmela toda?—preguntó,con nerviosismo en
la voz.

Le acaricié el pelo, tan suave ahora que los nudos habían
desaparecido y estaba limpio.
—No, Ellie, sólo bebe lo que quieras— respondí con suavidad.
Ella le tendió la taza medio vacía a Jasmine.
—Creo que he tenido suficiente -susurró Ellie.
Jasmine le quitó la taza y sonrió.
—Quizá deberías echarte una siesta, pequeña. Probablemente
estés un poco cansada -sugirió Jasmine.
Ellie parecía preocupada mientras miraba entre Jasmine y yo.
-Yo.. No puedo ir a dormir, N... No por mí misma— gimoteó.
Entonces recordé lo que Jason había dicho, sobre su hermano.
-No te preocupes Ellie, me sentaré contigo hasta que te duermas -le prometí.
Me puse de pie, llevándola sobre mi cadera.
—P. Puedo caminar... Por favor-suplicó.
La miré a los ojos azules, con una expresión seria en el rostro.
—Me llevarás de la mano?
Ella asintió.
Bajé suavemente a Ellie al suelo. En cuanto sus pies tocaron el
suelo, me tendió la mano.
A pesar de lo mucho que me había disgustado ver su crisis
nerviosa de nuevo, me di cuenta de que el tiempo de espera
había funcionado. Me imaginé que incluso la amenaza de un
tiempo muerto funcionaría con esta pequeña cachorra.
Sonreí y le cogí la mano.
La realidad de lo pequeña y delicada que era, se impuso una
vez más, mi mano empequeñecía la suya y tuve cuidado de no
sujetarla con demasiada fuerza por miedo a aplastarla.
La llevé a la habitación de Ethan. Una vez dentro, dejé que se
subiera ella misma a la cama. Se acostó rápidamente. La cubrí
suavemente con el edredón y me senté en el borde de la cama.
Observé cómo cerraba los ojos. Apoyé suavemente mi mano
sobre su cabeza y le rocé la frente con el pulgar.

(No sé porque Ellie me recuerda a Ricitos de oro, en la cama del osito más pequeño 🤭)

-Dulces sueños, pequeña-le susurré.
Debía de estar cansada, incluso agotada. Probablemente por
el estrés. No era mi intención que fuera así. Su respiración se
estabilizó rápidamente. Me di cuenta de que estaba durmiendo.
Me levanté con cuidado, sin querer despertarla. Aunque la
cama de Ethan era más pequeña que una cama normal. parecía
ahogarla.
Me costó entender que ella ya tenía doce años. Ni siquiera tenía
el aprendizaje de una niña de cinco años, aunque estaba seguro
de que no tenía nada que ver con su capacidad mental.
Simplemente no se le había dado la oportunidad.
Físicamente era del tamaño de uno de nuestros cachorros
de siete años. Si se le daba la alimentación adecuada,
probablemente crecería, pero siempre sería pequeña, incluso
cuando llegara a la edad adulta.
Poco podía hacer al respecto.
Sólo tenía que intentar darle las herramientas para que encajara
aquí.
Cerré la puerta en silencio al salir de la habitación, dejándola
dormir.
Jasmine estaba sentada en el sofá. Me miró y sonrió.
-Está bien?
Asentí con la cabeza, —sí, se quedó dormida rápidamente. Creo
que está agotada.
No necesité decir más. Después de todo lo que le había pasado a
la cachorra, ninguno de los dos se sorprendió.
—Probablemente deberíamos arreglar la habitación de invitados
para ella -sugirió Jasmine.
Sacudí la cabeza:—No, eso no será necesario.
Dudé, preguntándome cuál sería la reacción de Jasmine cuando
le comunicara mi decisión.
—Me voy a mudar a la casa— afirmé.
Los ojos de Jasmine se abrieron de par en par con sorpresa.
—¿La casa que construiste para tu compañera?— jadeó.
Sonreí. Era cierto que había construido la casa yo mismo.
Tenía la esperanza de encontrar a mi pareja, pero nunca había
sucedido.
-No, Jasmine. La casa la construí para mi familia. Dudo que
encuentre a mi pareja— contesté.
Jasmine frunció el ceño, supe antes de que abriera la boca lo que
iba a decir.
-Está ahí fuera, en alguna parte, Gabriel. Lo sé.— Suspiré.
-Al igual que las parejas de todos los demás lobos no
apareados, y probablemente al otro lado de la frontera.
Esa era la realidad del asunto. Y en primer lugar, una de las
razones de la guerra.
O debería decir una de las razones por las que los humanos
trataron de eliminar la población de hombres lobo, lo que
finalmente condujo a la guerra.
Tal vez fue nuestra propia culpa. Cuando encontramos a
nuestros compañeros teníamos que estar con ellos, protegerlos.
Esto no siempre fue bien cuando nuestras parejas eran humanas
Algunos hombres lobo se dedicaron a secuestrar para poder
reclamar a sus parejas. El Consejo de los Hombres no se oponía,
el gobierno humano en cambio..
La voz de Jasmine me distrajo de mis pensamientos.
—Tal vez algún día se acabe esta tontería de las frontera— afirmó.
-Eso espero -repliqué,— porque dudo que la pequeña Ellie
sea la única cachorra humana que ha sufrido a manos de los
suyos.

*****
Antes que nada, buenas noches... Quiero decir unas palabras xde. Antes de que echen a volar su imaginación. Ellie no es compañera de Gabriel... Ella es una niña menor de 12, y el prácticamente quiere criarla... Así que eso sería raro... Lo digo para que no lo piensen, cuando yo leí la historia medio que dude y dije "si es su compañera, me mató🤢”, pero neh, sigo viva y pues ya saben.. eso ea todo bai.

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