Capítulo 23

599 42 0
                                    

Ellie

^FLASHBACK^

Me desperté sobresaltada cuando me echaron agua helada por encima. El dolor era insoportable.

Mirando al suelo vi sangre mezclada con el agua.

Me di cuenta de que debía de haberme desmayado cuando el comandante de la guardia me estaba azotando.

Le oi reírse.

-Ahora una última cosa para que recuerdes quién manda-siseó.

Uno de los otros guardias me agarró los brazos y los inmovilizó en el suelo. Intenté luchar, pero me dolía mucho incluso moverme un poco.

Entonces lo oí. El cinturón desabrochado, seguido del sonido de una cremallera. Un crujido de la tela. Luego su mano estaba en las mejillas de mi trasero, las separó.

Grité y traté de luchar. Ignorando el dolor de los látigos.

Sin previo aviso, más dolor destrozó mi cuerpo al sentir que algo duro me penetraba, desgarrando la carne de mi interior.

Volví a gritar, sólo que no era un grito. Me pregunté de dónde había salido el ruido. Me sorprendí cuando me di cuenta de que había salido de mí.

Un ruido tan animal que parecía el de un perro salvaje. Venía de lo más profundo de mí. Un gruñido que rasgó el aire.

Lo que sea que estaba haciendo se detuvo. Sentí alivio al ver que lo que había estado dentro de mí había desaparecido.

El guardia que me sujetaba los brazos saltó hacia atrás.

-¡Qué coño! -exclamó, con miedo en su voz.

Sentí que el comandante me agarraba de los brazos mientras me lanzaba por la habitación.

-Lo sabía. Eres un puto enano mestizo. Incluso tus registros dicen que tu edad es aproximada-siseó.

Se abalanzó sobre mí y me agarró por el cuello, inmovilizándome contra la pared.

Me sentí extrañamente bien, ya que la fría pared me quitó el calor de mi espalda destrozada.

Sacó una pistola de su funda y me la puso en la sien.

-Debería matarte ahora, pequeña bastarda salvaje -siseó.

Cerré los ojos con fuerza.

-Pero no lo haré-siseó-, eres más fuerte que la mayoría, así que puedes trabajar el doble.

Cuando soltó su mano de mi cuello, caí al suelo con un golpe seco.

Sentí el cañón de la pistola apretado contra mi frente.

-Si dices a un alma lo que eres, o lo que pasó aquí. Juro que te encontraré y te volaré el puto cerebro de mestizo, ¿entiendes? -gruñó.

Asentí rápidamente.

-Tú –le siseó a uno de los guardias—, tráele algo de ropa y luego llévala al frente.

Salió por la puerta dando un portazo.

El guardia me arrojó la ropa con la que había llegado. Me la puse, esperando que la sangre no la manchara demasiado.

Gemí cuando me agarró. Me dolía mucho todo.

Me arrastró a la sala a la que había llegado por primera vez.

El comandante me miró fijamente, con sus ojos recorriendo mi cuerpo con asco.

Las Guerras LupinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora