Capítulo 20

633 46 0
                                    

Gabriel

Mi madre estaba mirando por la ventana de la cocina, sumida en sus pensamientos. Ni siquiera se dio cuenta de que yo había entrado.

El lobo peludo estaba sentado en la mesa de la cocina, junto con el resto del vaso de zumo de naranja.

-¿Mamá...?-me aventuré.

Ella se volvió para mirarme, las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos, comenzaron a desbordarse.

-Lo siento mucho Gabriel... No tenía ni idea -sollozó.

Me acerqué y la abracé.

-Está bien mamá... Ninguno de nosotros lo sabía. Cada día aprendemos cosas nuevas -la tranquilicé.

Se separó de mí y se secó los ojos con el delantal que llevaba puesto.

-¿Cómo han podido? ¿Cómo han podido hacerle eso? Es sólo una niña.

Cogí la mano de mi madre y la llevé a la mesa de la cocina.

-Siéntate mamá, hay algunas cosas que tengo que decirte.

Ella se enderezó el delantal que llevaba puesto, y respiró profundamente. Recuperando la compostura. En el fondo seguía siendo una Luna. Era la primera vez que la veía llorar abiertamente.

Dudaba que fuera la única vez, pero las lágrimas no eran para mostrarlas en público. Eso era lo que le habían enseñado.

Se sentó y yo me senté frente a ella.

Me miró, esperando que hablara. Esperando a escuchar lo que le iba a decir, preparándose para lo peor.

Ella ya había tenido lo peor, supuse que mi padre le había contado lo que yo le había dicho.

No estaba seguro de que le hubiera contado todo. Lo que sea que le hubiera contado era suficiente para perturbarla.

-Hablé con Erik-comencé,- Ellie no es humana, es un híbrido. Es mitad hombre lobo.

Vi como mi madre apretaba los puños.

-No tiene doce años, mamá. Probablemente tenga seis o siete.

Mi madre me miró fijamente. Luego se tapó la boca con la mano al darse cuenta. Ya era bastante malo pensar que eso le había pasado a una niña de doce años, pero a una de seis.

-¿Tienes... Tienes idea de quién es su verdadero padre?.

Sacudí la cabeza: -No quiero saberlo. Sólo quiero darle una familia cariñosa con la que crecer.

Mi madre asintió con la cabeza y luego frunció el ceño.

-Tendrás que decírselo Gabriel. Tendrá que saberlo.

Me pasé los dedos por el pelo.

-Lo haré, pero todavía no. Todo esto es tan nuevo para ella, que lo último que quiero es alterarla. Descubrir que su padre no era realmente su padre será duro.

Mi madre se levantó y cogió al lobo peludo.

-Tienes que tener cuidado Gabriel. Sé que los cachorros no suelen sentir a su lobo hasta los diez años, pero nunca hemos traído a un joven a la manada.

>>Si tiene un lobo, aunque sea latente, se sentirá diferente en la ceremonia de sangre.

Cerré los ojos y respiré profundamente. La ceremonia de la sangre. No me había olvidado de eso, pero cómo le explicas a un cachorro que tienes que cortarle la mano con un cuchillo.

Las Guerras LupinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora