Ellie
Podía ver la luz a través de mis párpados cerrados. Sin embargo,
esa no fue la primera sensación que me trajo la conciencia. El
dolor que sentía estaba en todas partes, y tenía frío. Mucho frío.
A pesar de que podía sentir una gruesa cubierta encima de mí.
No tenía ni idea de dónde estaba. Los recuerdos del día anterior
me invadieron. El disparo, el bosque, el hombre.. El hombre
lobo. Luego la casa grande y el doctor.
Él había hecho algo. Me dejó inconsciente.
Me quejé. Entonces sentí una mano en mi frente.
-Está bien, cachorrita -me tranquilizó.
Abrí los ojos lentamente. La realidad se me vino encima. Alfa Gabriel. Otro hombre lobo. Sin embargo, no me trataba como un enemigo. Era amable y gentil. ¿Por qué?
-El frío-murmuré- duele.
Sabía que mi brazo debería doler. Después de todo me habían
disparado, pero me dolía todo el cuerpo, y la mano, me dolía
mucho.
Me miré la mano. Había un vendaje. De ella salía un tubo, que
estaba unido a una bolsa de plástico, que colgaba de un marco
metálico.
-Creo que tienes fiebre, cachorra. ; Puedes decirme dónde te
duele?- preguntó el Alfa Gabriel.
Le miré y luego miré el tubo que tenía en la mano. Fiebre!
Entré en pánico. Mi padre tuvo fiebre y mi madre también, Los dos murieron.
Miré fijamente al Alfa Gabriel.
-No quiero morir- sollozaba, mientras las lágrimas caían de
mis ojos.
Una de sus grandes manos me cogió por la nuca, mientras la
otra me acariciaba el pelo.
-Nadie va a morir, Ellie- me tranquilizó- ahora dime dónde
te duele.
-Me lo prometes?- Lloré por los codos.
El Alfa Gabriel me miró y sonrió.
-Sí, Ellie, lo prometo. - Me besó suavemente la frente- ahora, ¿dónde te duele?
Parpadeé. Mi padre solía hacer eso. Besar mi frente y sonreír.
Era el único que lo hacía, hasta que enfermó.
Empujé el recuerdo al fondo de mi mente. No hacía falta mucho,
el dolor palpitante de la mano y el dolor del resto del cuerpo lo
demostraban.
-En todas partes, pero sobre todo en la mano- gemí.
Intenté levantar la mano para enseñársela, pero me estremecí y
gemí por el esfuerzo.Alfa Gabriel cerró los ojos. No sabía por qué. Al cabo de
unos instantes los volvió a abrir. Poco después, la puerta de la
habitación se abrió de golpe.
Una mujer que no había visto antes entró.
Me quejé, la última mujer lobo que había visto estaba en el
hospital. Ella me asustó. Estaba segura de que si no hubiera sido
por Alfa Gabriel me habría hecho daño. Me preguntaba si esta
mujer era igual.
-Está bien Ellie, ella es Amy, es enfermera, va a cuidar de ti - susurró el Alfa Gabriel.
Sacudí la cabeza.
-P. Por favor... No dejes que me haga daño- supliqué.
Amy, la enfermera, parecía sorprendida. Se sentó en el borde de
la cama, en el lado opuesto al que estaba sentado Alfa Gabriel.
-Ellie te prometo que no te haré daño, sólo estoy aquí para ayudar.
La miré con desconfianza. Luego giré la cabeza hacia Alfa Gabriel cuando empezó a hablar.
El miró a Amy y dijo una palabra.
-Melissa.
La boca de Amy formó una "o".
-No te preocupes Ellie, no me parezco en nada a Melissa.- Hizo una pausa y se inclinó un poco más cerca- entre tú y yo, ella tampoco me gusta mucho.
Me guiñó un ojo con complicidad, como si fuera nuestro secreto.
Amy miró a Alfa Gabriel.
-Pondré algunos antibióticos y analgésicos en el goteo- declaró.
Alfa Gabriel negó inmediatamente con la cabeza.
-No, Amy. Tienes que sacárselo, Le está causando dolor.
Amy frunció el ceño y negó con la cabeza.
-Lo necesita para rehidratarse, al menos durante un par de días. Si le doy la medicación de esta manera funcionará más rápido.
Alfa Gabriel gruñó.
-Lo haremos de otra manera, no quiero que esta cachorra sufra.
Su expresión se suavizó al ver el pánico en mi cara. Lo único
que me asustaba de estas personas u hombres lobo era cuando
gruñían.
Solo entonces quedaba claro que no eran humanos en absoluto.
Supongo que me gustaba engañarme pensando que eran como yo. No lo eran.-Prometes comer y beber todo lo que te demos, y tomar tu medicina? -preguntó.
Asentí con la cabeza. Probablemente habría accedido a cualquier cosa con tal de quitarme ese tubo de la mano, o para que dejara de gruñirme.
Amy suspiró.
-Muy bien, pero tengo que decírselo a mi padre.
Alfa Gabriel asintió-sácalo primero, si tu padre monta un escándalo puedes decirle que fue una orden del Alfa-dudó
-Y Amy, nada de enlaces mentales delante de la cachorra, le
preocupa.
Amy frunció el ceño, pero asintió.
-Vale. Ellie-empezó.
Giré la cabeza para mirarla.
-Esto puede doler un poco, así que quiero que seas valiente.
Tragué con fuerza y asentí. Agarrando las sábanas con la otra
mano, observé.
En ese momento me di cuenta de que el tubo no estaba dentro de
mí. Estaba conectado a algo que sobresalía del vendaje. Cuando
retiró el tubo, no hizo que me doliera menos la mano.
Apreté la mandíbula cuando empezó a quitarme la venda. Ahora
me dolía más, pero no podía apartar los ojos.
No hasta que retiró la venda por completo. Entonces vi una
aguja clavada en mi mano. Mi mano que ahora tenía un feo
moretón.
Fue entonces cuando cerré los ojos y giré la cabeza.
Gemí, cuando sentí un dolor agudo en mi mano.
-Todo hecho Ellie- me tranquilizó Amy.
Todavía me dolía, pero no tanto.
Observé a Amy mientras entraba en el baño. Estuvo allí unos
minutos y luego volvió.
-Mi padre está en camino -dijo.
Luego se dedicó a limpiar el viejo vendaje y a sacar la bolsa de
líquido.
Cuando la puerta se abrió, me sorprendió ver a Erik, el médico,
entrar en la habitación. Amy debía de ser su hija.
Me sonrió mientras se acercaba a la cama.
-Bueno, pequeño problema, ¿qué has estado haciendo? - Sonrió.
Miró mi mano, que acababa de ser desvendada.
Tarareó:-Me temía que esto pudiera ocurrir
Alfa Gabriel le miró fijamente.
-Sabías que esto podía pasar?-murmuró.
Erik asintió.
-Era un riesgo que teníamos que correr, pero su cuerpo ha
reaccionado a la aguja. Era demasiado intrusiva.
Estaba segura de que Alfa Gabriel estaba a punto de gruñir, lo
que me hizo temblar ligeramente. En lugar de eso, se limitó a
toser.
Erik puso su mano en mi frente.
-Está caliente- dudó- tenemos que tomarle la temperatura.
Fruncí el ceño, ¿qué quería decir con eso?
Giró la cabeza hacia otro lado y se quedó completamente quieto
-¿Es completamente necesario?- preguntó Alfa Gabriel.
Erik asintió. luego me sonrió, me di cuenta que era falso. Tuve
el horrible presentimiento de que algo malo iba a suceder, así
que me acerqué un poco más al Alfa.
-Ahora, pequeña cachorra, necesito que seas muy valiente- afirmó.
Le miré y negué con la cabeza.
-No quiero ser valiente- tartamudeé.
Volvió a sonreir.
Giré la cabeza para mirar al Alfa Gabriel.
-P. Por favor, no dejes que me haga daño -le supliqué.
Gabriel, me acarició suavemente la cara.
-No te preocupes Ellie, estaré aquí -me tranquilizó.
Alfa Gabriel me levantó suavemente y me puso boca abajo.
Intenté darme la vuelta, pero él me presionó suavemente la
espalda.
Los ojos se me llenaron de lágrimas.
-Por favor, no -le supliqué-, te prometo que me portaré bien -solloze.
Alfa Gabriel me soltó.
Creí que me iba a soltar, pero en lugar de eso, me agarró las
muñecas y me las inmovilizó en la espalda con una mano, y con
la otra me giró la cabeza hacia un lado y la mantuvo apoyada en
la almohada.
Di una patada con mis piernas, pero alguien las sujetó
rápidamente. Entonces sentí que me bajaban los pantalones
Cortos.
Sentí un fuerte escozor en una de mis mejillas. Por el rabillo del
ojo, vi el motivo. Me estaban administrando una inyección, el
pinchazo había sido la aguja que penetró en mi piel.
Entonces sentí que me separaban las nalgas.
-No te preocupes, es sólo un termómetro para tomarte la
temperatura -me explicó Erik.
Empecé a gritar al sentir que algo frío me penetraba.
Intenté forcejear, pero eran demasiado fuertes. Mis gritos se
convirtieron en sollozos.
Seguí sollozando, sin poder parar, incluso después de que
soltaran.
Alfa Gabriel fue a acariciar mi pelo, pero solté un grito que me
heló la sangre.
-NO!
Me alejé de él tan rápido como pude. Olvidando que la cama era
tan alta, me caí por un lado y aterricé con un golpe en el suelo.
Con la adrenalina, no sentí ningún dolor. Me escabullí hacia
la esquina más alejada del dormitorio. Me hice un ovillo y me
apreté contra la esquina.
Empecé a balancearme hacia adelante y hacia atrás, golpeando
mi cabeza contra la pared, para intentar quitarme el horror que
había experimentado.
Alfa Gabriel gritó a Erik.
-Haz algo! Eres médico.
Entonces la puerta se abrió de golpe y entró una mujer que no
había visto antes.
Me miró a mí y luego a los otros tres hombres lobo de la
habitación.
-Qué coño le estáis haciendo? -gritó.***********
Ay nooo, mi chiquita, lo estoy editando y estoy llorando. Es solo una niña.por Dios, ni siquiera tiene 12, es todavía más pequeña. 😭😭😭😭
ESTÁS LEYENDO
Las Guerras Lupinas
LobisomemDespués de las Guerras Lupinas, los hombres lobo y los humanos acordaron una incómoda tregua y se repartieron el mundo. Los hombres lobo se quedaron con los bosques y las llanuras, y los humanos con las ciudades y los pueblos. La humanidad se segreg...