Capítulo 24

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Ellie

Justo antes de quedarme dormida, recordé vagamente haber oído una voz. No era la voz de papá, pero de alguna manera confié en ella.

Ahora estamos a salvo.

Cuando me desperté con la luz del sol brillando a través del hueco de la cortina, lo había olvidado por completo. Un sueño o un producto de mi imaginación.

Lo único que sabía era que seguía cansada, así que me hice un ovillo y me tapé la cabeza con la ropa de cama para bloquear la luz.

La siguiente voz que oí fue la de papá, que intentaba despertarme. Su mano me sacudió suavemente el hombro. Todavía estaba cansada y no quería despertarme.

Además, a pesar del vago recuerdo de una voz que me decía que estábamos a salvo, sabía lo que iba a pasar hoy. Iba a aprovechar cualquier posibilidad de retrasar lo inevitable.

Me queje.

Cansada murmuré, malhumorada.

Papá se rió, mientras retiraba las mantas.

-No, papá, me duele la barriga -gemí.

No era exactamente una mentira. Me dolía un poco. Sobre todo porque estaba vacía. Tenía esa hambre persistente. Quería regañarme a mí misma. Había vivido con esa sensación durante mucho tiempo antes de venir aquí.

Desde que estaba aquí siempre había tenido la barriga llena. No habría durado ni cinco minutos si hubiera salido por la puerta anoche.

-Sólo tienes hambre, palomita. -Me tranquilizó papá mientras me levantaba.

>>Vamos a ver si Millie puede prepararte unas tortitas, ¿te parece?.

Tarareé en reconocimiento mientras apoyaba la cabeza en su hombro.

-Aunque todavía estoy cansada -murmuré.

Papá se rió y me frotó la espalda mientras me llevaba a la cocina.

Papá me sentó en uno de los taburetes.

-¿Por qué no podemos tener una mesa como la que tiene Nana en su cocina? -pregunté, frotándome los ojos.

Todavía no me sentía cómoda sentada a tanta altura.

-Para que pueda verte cuando prepare la comida- explicó papá.

Fruncí el ceño.

-Pero tú no haces la comida, papá. La hace Millie-respondí.

Oí a Millie reírse, pero dejó de hacerlo en cuanto papá tosió.

-¿Y quién te hizo la leche caliente y la miel anoche? -cuestionó papá, con severidad.

Bajé la mirada.

-Fuiste tú, papá- murmuré.

Me miró fijamente y levantó las cejas.

Sólo tuvo que lanzarme una de sus miradas para saber qué había hecho mal.

-Lo siento papá- susurré, levantando lentamente la mirada.

Una sonrisa se dibujó lentamente en su rostro.

Me dio un beso en la cabeza.

-Está bien palomita, los dos estamos un poco cansados hoy.

Comenzó a cortar el panqueque que Millie había hecho, y lo roció con jarabe.

-Toma-me instó-, come tu panqueque.

Después del desayuno me bañó rápidamente. Hoy me dejó que intentara limpiarme los dientes yo misma, pero seguía mordiendo el cepillo, así que acabó haciéndolo él por mí.

Las Guerras LupinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora