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La pelirroja observaba con detenimiento el movimiento del balón, cómo iba y venía de un pie a otro. Sin embargo, su atención no se centraba solo en eso, sino en ambos de sus amigos. Cada vez que Carlos se aproximaba a la pelota, consideraba un gol como seguro, mientras que cada vez que Danilo la tenía cerca, temía que en lugar de un gol, alguien se llevase un golpe.

La táctica de juego de Danilo, a diferencia de la de Tevez, era más bien agresiva. No se detenía a analizar a los jugadores, sino que, cuando tenía la pelota, hacía todo lo posible para que llegara al arco.

Suspiró al ver cómo la pelota volaba hacia arriba, cruzándose de brazos. Inclinó la cabeza para observar la charla entre Danilo y Carlos, intrigada por la conversación.

— Esa me está echando el ojo a mí — presumió Danilo ante el morocho —. Me busca con la mirada y todo, ¿viste? —.


— Dale, Uru — observaba los movimientos de sus compañeros —. Me parece que busca la pelota, pero lo que vos decís —.

El equipo de All Boys lideraba con un marcador de 2 a 0. El juego estaba intenso, ya que el equipo visitante estaba caliente por la humillación; no podían anotar un gol y aún estábamos en el primer tiempo.

— ¡Pará, boludo! — gritó Martina, levantándose y acercándose a la baranda —. ¡Andá para el otro lado, para el otro lado! — al ver cómo le arrebataban la pelota, se tomó el cabello desesperada — ¡No, no, no! —

— La chica que te gusta es re fanática — se acercó el de rizos a su amigo —. Mirá que en unas metés un gol, la vas a enamorar de una —.

Danilo observó por un momento a su amigo y luego levantó la vista hacia ella. La chica daba vueltas en su lugar, decepcionada, viendo cómo el resto jugaba. No pudo evitar sonreír al ver eso; ella le parecía tan interesante.

— ¿Vos decís? — preguntó hacia su amigo, pero él ya no estaba —. La concha de la Lora —.

La dinámica del juego continuaba su ritmo vertiginoso. La pelota se movía como un cometa entre los jugadores de All Boys y los visitantes, generando un ir y venir constante. La tensión en el campo se palpaba en cada empujón por el control de la pelota.

Martina, inmersa en la intensidad del partido, no podía evitar expresar su pasión. Cada acción insensata de los jugadores desencadenaba una ráfaga de groserías que le valían miradas desaprobatorias del equipo y del público que se congregaba alrededor de la cancha.

Cuando Danilo logró meter un gol, la euforia de Martina explotó como un fuego artificial en una noche estrellada. Sus gritos y gestos desenfrenados llenaron el aire, dejando a todos embobados, incluido Danilo, que la observaba con asombro y felicidad, sabiendo que ella festejaba por él, no por otra persona.

Con un brillo de satisfacción en los ojos, Danilo se propuso meter otro gol para el equipo. Quería ver esa expresión de júbilo en el rostro de Martina una vez más. La tensión se palpaba en el campo, pero la determinación de Danilo superaba cualquier obstáculo.

El tiempo avanzaba, y el marcador se mantenía. En un momento crucial, Danilo logró meter un gol, y Martina, fiel a su estilo apasionado, celebró como si fuera la final de la Copa del Mundo. Estaba tan inmersa en la euforia que ni siquiera se percató de las miradas curiosas y divertidas que recibía de los demás espectadores.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora