XXXII

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Martina observaba desde el suelo al castaño. Descansaba una mano sobre su rodilla, mientras apoyaba la cabeza en el metal del tren. Su mirada se dirigía al rostro del castaño, quien charlaba con Carlos sobre cómo encarar la situación con su entrenador para evitar que se enojara por su repentino cambio de equipo.

— Va a entender — alentó Carlos —. Decile simplemente que fue de suerte o algo así, qué sé yo —.

— O podés decirle que necesitás cambiar de aires — soltó la pelirroja, captando la atención de ambos —. Para pasar más tiempo contigo —.

— ¡Qué asco! — susurró Carlos, desviando la mirada —. Antes esperaba este día con ansias, pero ahora me da asco —.

— Lo decís como si vos no hubieras hecho lo mismo con Macarena — él volteó sus ojos —. Mira que más pegaditos no pueden estar —.

— Buee — se quejó el morocho —. Pero ella y yo sí somos novios —.

— ¿Qué tiene que ver? — se quejó esta vez Martina.

— ¿Vos querés ser mi novia? — preguntó Danilo observándola —. Ya te dije que por mí no hay problema —.

— Jódete, falopero de mierda — lo retó mientras le mostraba el dedo del medio —. Si no te nace a vos, yo no quiero nada serio, viste —.

— Viste, no quiere — señaló Sánchez.

— Boludo, te re cuesta captar una — bufó el morocho —. Prácticamente dijo que vos no querés tener algo serio con ella si ella no te lo pide — negó, cruzando sus brazos —. Por eso nunca tuviste novia —.

— ¿Posta? — preguntó mirando a Rodríguez —. ¿Es cierto lo que este dice? —.

La mirada de Danilo se posó en Martina, y sus ojos expresaban una mezcla de sorpresa y confusión. La pelirroja lo miró directo a los ojos y, con un tono desafiante, le dijo.

— Mirá, falopero, no te confundas — comenzó sarcástica —. No quiero compromisos, pero eso no significa que no pueda divertirme contigo — sus ojos reflejaban lo contrario, ella quería estar con él. Pero no quería obligarlo al compromiso —. Bue, re hija de puta, viste —

Danilo, aún procesando la revelación, soltó una risa nerviosa.

— Bueno, eso sí que es claro. Pero te aseguro que no hay nadie como yo para divertirse — respondió con una sonrisa pícara —. Puedo ser un parque de diversiones para vos si querés —.

Martina rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. Carlos, observando la interacción, soltó una carcajada.

— Estos dos son insoportables — comentó, divertido —. Pero se nota que se quieren, aunque no lo quieran admitir —.

— Lo que sea, loco — intervino Danilo, pasando un brazo alrededor de Martina, quien no pudo evitar sonrojarse ante el gesto —. Al menos, vas a decir que yo era tu fanático número uno cuando juegues en boca, viste —.

La pelirroja le dio un golpe en el brazo.
— Seguro va a River — Tevez rió ante lo que ella decía —. Mira que imposible no es —.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora