XLII

1.6K 136 125
                                    

Como mencioné anteriormente, planeaba extender la historia y consideré que sería apropiado comenzar desde este punto para agregar más escenas y detalles. Dejé tres meses en suspenso desde el Día de San Valentín, y ahora les traigo esos tres meses junto con nuevas escenas. Posiblemente incluso introduzca un final nuevo si es necesario, pero eso lo decidiré más adelante. Aprecio enormemente a quienes continúan leyendo a pesar de que perdí muchos lectores. Ver que al menos veinte personas siguen interesadas significa mucho para mí. Gracias por seguir acompañándome en esta historia. Les aprecio un montón.

     𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Martina admiraba el brazo enyesado de Danilo mientras caminaban en silencio. Raquel les había dado suficiente espacio, reconociendo que su presencia parecía más un estorbo que una compañía amistosa. Las expectativas de Martina para San Valentín resonaban en la mente de Danilo; aunque no eran imposibles, se necesitaba mucho dinero para llevarlas a cabo.

—No entiendo cómo te quebraste el brazo, boludo —la chica dijo de repente, frunciendo el ceño—. Te diste fuerte con el palo del arco, pero ¿qué onda? Las chances de partirte eran re pocas.

—¿Qué queré’ decir, che? —preguntó Sánchez, mirándola de reojo—. ¿Que soy un debilucho?

—¡Cualquiera! —exclamó, alargando la "a"—. Boludo, mira como cambiás todas mis frases, mandá’ cualquiera vo’.

—Ahora te poné’ así, pero hace un rato estabas re preocupada —se burló—. Estabas como "ay, Danilo, ¿no te duele? ¿Estás bien? ¿Querés algo? Te amo".

—¡Ni en pedo voy a ser tan azúcar con vo’! —se quejó mientras se alejaba—. Ya estaba re cagada pensando que te iba a caer el brazo de última, encima todo morado estaba.

—Vos no sos más gila porque no te da el cuero —un golpe en la cabeza lo hizo quejarse—. ¿Qué, me cagá’ a piña’ vo’? ¿No ve’ que tengo la mano enyesada y me tratá’ para el orto?

—Te la buscás, boludazo —suspiró cruzándose de brazos—. Encima de que soltá’ cualquier gilada, te hacé’ la víctima otra ve’.

—Bueh, no te hagá’ la virgen María ahora, vos también tirá’ tu’ frase’ sin filtro —respondió, levantando una ceja—. Siempre haciéndote la graciosa con cualquier cosa, pero cuando te devuelven el golpe te poné’ como loca.

—No me hagá’ calentar más de lo que estoy —advirtió, mirándolo de reojo—. Ya me tené’ harta con tu’ pavadas’, siempre rompiendo la’ pelota’ vo’.

—Ah, claro, ahora la culpa es mía siempre, ¿no? —rodó los ojos con fastidio—. Siempre tirándome toda la responsabilida’ a mí, como si vos fueras una santa.

—Vo’ no te hacé’ cargo de nada, siempre tirándome para atrá’ —espetó, con un gesto de fastidio—. Hasta cuando intento arreglar las cosas, vení’ y las arruiná’.

—¿Y qué queré’ que haga? Siempre tengo que anda’ detrás tuyo, arreglando tus cagada’ —respondió con resignación—. ¿Acaso pensá’ que me gusta tener que estar atrá’ tuyo todo el tiempo?

—¡Ah, claro, ahora la culpa es mía! Como si yo fuera el problema siempre —exclamó, elevando la voz—. ¿Acaso te olvidá’ de toda’ la’ vece’ que te banqué y arreglé tus quilombo’?

—¡No me vengá’ con esa! Siempre buscá’ pelea, no podé’ dejar de joder ni un segundo —replicó, frustrado—. ¿Acaso te creé’ perfecta y nunca te equivocá’ vo’?

—¡La verdad, no te soporto más! Siempre con tus excusa’ barata’ y tu actitud de mierda —gritó, visiblemente cansada—. No sé por qué sigo perdiendo el tiempo tratando de entenderte.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora