XXXV

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— ¿Qué flasheás, vos? — se acercó la pelirroja amenazante, siendo frenada por los brazos de Danilo, quien la tomaba de la cintura —. Rescatate, dale, soltáme, pelotudo; le voy a quitar todos sus dientes a esta —.

— ¿Qué te pasa a vos? — preguntó mirándola —. Mirá que estás re agresiva, parece —.

— ¡Soltáme, la concha de la lora! — gritó intentando quitar sus manos de su cintura —. Le voy a quitar su peluca a esta trola de mierda —.

— Peluca tiraba — se burló la rubia haciendo montoncito —. Mirá que de tu cabello mal teñido no opino —.

— Mirá quién habla — siguió mirándola con odio —. Por lo menos yo tengo plata para teñirme, vos ni para la peluquería se nota —.

— Te voy a quitar tu cabello quemado — esta vez la rubia se acercó con notable enojo hacia ella, siendo detenida también por el castaño —. ¿Qué hacés? Salí de mi vista, pelotudo —.

— ¿¡Qué le decís pelotudo?! — el tono de Martina había subido aún más.

— Bueno, dale — calmó el chico —. Dejen de joder las dos. ¿Por qué mierda se pelean? —.

— Y esta vino de onda y me puteó — comenzó la rubia —. Re que ni la conozco, viste —.

— ¿Qué decís, flaca? — escupió Rodríguez —. Vos lo estabas comiendo con la mirada... ¿Vos sabés que cosas ajenas no se miran, pelotuda? —.

— Buee — se burló —. Cerrá el orto que más baño público no podés ser. Te metés con el primero que se te pone en frente, seguro —.

— Daale, nena — mofó la pelirroja —. Re que la que tiene el orto abierto sos vos —.

— Mira que encima que sos fea decís cualquiera — le dió una ojeada a su ropa —. Encima un gusto de mierda tenés —.

Martina se soltó de Danilo y la tomó del cabello, logrando que la bronceada se quejata intentando defenderse, pero fue prácticamente imposible; pues, la manera en la que la pelirroja mantenía su firmeza ante su agarre evitaba que tomara otra cosa que no fuera su pelo.

— ¡Basta, loco! — exclamó Danilo separando a ambas chicas —. ¿Por qué mierda se pelean? ¿Qué es lo que no estoy entendiendo? —.

— Es que esta flaca se hace la linda y me puteó de la nada — argumentó la pelirroja.

— Y vos le tirás el veneno sin razón, flaca — contrapuso la rubia, arreglando su cabello.

— Bueno, ya fue. No quiero más quilombo — dijo Danilo —. Encima la gente está mirando el show, calma che —.

— Mirá, ¿qué hace semejante tipa con vos? — dijo la rubia, burlándose —. Es horrible —.

Danilo frunció el ceño y, con voz firme, respondió:

— Frente a mis ojos, ella es la mina más hermosa que vi en toda mi vida — la observó para después sonreír —. Y si tengo que estar con ella en todas las vidas, lo voy a hacer —.

— Boludo, mirala está toda desnutrida — se burló logrando que la nueva de la jóven perdiera su firmeza —. Boludo, parece una calavera, con esta te aburris al toque — ladeó su cabeza —. ¿Por qué no venís conmigo y ya está? Soy mejor en todos los aspectos, encima de que no soy una anoréxica como está —.

— Mirá, flaca, caíste muy bajo al decir eso — Danilo comentó con molestia —. Las pibas tendrían apoyarse entre ellas, no ser tan despectivas. Encima que tenía que ver cómo se veía, al carajo te fuiste —.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora