21: Mi cachorro ya no es tan cachorro.

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—¡Papá! ¡Papi!

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—¡Papá! ¡Papi!

Felix y Chan estaban preparando juntos la cena cuando el estrepitoso grito los obligó a alzar sus cabezas. Si bien Felix había estado todo el día con un presentimiento extraño en su pecho, lo había atribuido a su lobo y había dejado que pasara. Sin embargo, ahora entiende que se trató de nada más que un terrible error.

—Es Heeseung, alfa, algo no anda bien —murmuró antes de soltar todo, apagar las hornallas encendidas y desplazarse en medio de grandes zancadas.

La presencia de su alfa detrás de su espalda lo hizo sentir un poco mejor. Mientras más subían las escaleras, más sentían la atmósfera pesada, cargada de un aroma característico pero mucho más presente. Su lobo lo desesperaba dentro de su pecho, jadeando y gruñendo por algo que no lograba entender del todo.

—¡Papás, vengan! —volvió a retumbar.

Empujaron al mismo tiempo la puerta de la recamara del menor de la familia y lo que vieron los dejó estupefactos. ¿Hee había entrado en celo? eso era prácticamente imposible, apenas estaba llegando a los 11 años y se suponía que el promedio era alrededor de los 13.

Poco le importó a Felix cuando ya estaba arrodillándose a un lado de la pequeña cama. Con manos temblorosas corrió el flequillo plumoso que se pegaba a la frente contraria y presionó su palma allí. Heeseung hervía en calentura y no dejaba de removerse y soltar diminutos jadeos y gruñidos culpa de las manos frías que palpaban preocupadas su rostro.

—Tranquilo, mi cachorrito, estamos aquí contigo —susurró antes de besar su frente repetidas veces— te ayudaremos, mi amor, no tengas miedo.

—Me duele, papi... —jadeó a cambio.

—Lo sé, cariño, lo sé. Haremos que deje de doler.

Chan ya estaba saliendo del cuarto para regresar a los pocos minutos con un cuenco lleno de agua fría y un par de toallas. Dejó todo sobre la mesita de noche y volvió a salir en busca de algo que hidratara a su cachorro.

No iba a mentir, estaba asustado, mucho a decir verdad, no era normal que un cachorro de esa edad estuviera atravesando un celo y mucho menos uno tan doloroso, pero intentaría que los síntomas aminoraran, luego calmaría a su alfita nervioso y llamaría al pediatra de Heeseung para averiguar que estaba sucediendo.

—Ten, alfita, colócalo en su frente —le tendió una de las toallas ya escurridas.

—Chan, tengo miedo —murmuró el castaño mientras mordisqueaba las uñas de la mano que le había quedado libre.

—Yo igual, cariño... llamaré a su pediatra y averiguaremos que está sucediendo, pero debemos mantener la calma. Si Heeseung siente a nuestros lobos enloquecidos, el suyo lo hará de igual forma. Ahora es más susceptible a los cambios y feromonas, tenemos que ser cuidadosos.

Tramitando con esperanza ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora