12: Casa.

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Heeseung iba sentado en el asiento trasero del auto sumamente silencioso, se limitaba a observar los árboles correr a un lado de la carretera gracias a la velocidad y escuchar como Chan y Felix charlaban de cosas sin sentido

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Heeseung iba sentado en el asiento trasero del auto sumamente silencioso, se limitaba a observar los árboles correr a un lado de la carretera gracias a la velocidad y escuchar como Chan y Felix charlaban de cosas sin sentido.

Aún era pequeño, en tres meses cumpliría 10 años, pero sentía haber vivido más que muchos. Para nada es fácil el tener que adaptarse a una vida de soledad. Nunca perdió la esperanza de tener alguien que velara por su bienestar, pero ahora que los tenía no sabía como reaccionar. Su interior era una mezcla de sensaciones, las cuales nunca le habían enseñado a identificar, por lo que su lobito estaba vuelto loco y él no lograba controlarlo. Los aromas de los alfas adultos le hacia querer acurrucarse con ellos y gimotear, sin embargo, tenía tanto miedo de ceder a sus sentimientos y que luego se dieran cuenta de que no valía para eso.

El flujo de sus pensamiento se detuvo de golpe junto con el coche. Observó una bonita casa de dos pisos blanca y con muchas florecitas en al entrada, decidiendo casi al instante que le gustaba tanto como las que solía ver de vez en cuando en la televisión del orfanato.

—Está será tu nueva casa, lobito —Felix se giró en su asiento para poder verlo mejor mientras le sonreía— ¿te gustaría verla por dentro?

Había algo en la voz de ese alfa que hacía que una llamita calentita se prendiera dentro de su pecho, una sensación nueva pero sumamente agradable. Le agradaba el tono suave con el que Felix se dirigía a él. No era como los tontos cuidadores alfas que siempre le gritaban y prácticamente ladraban ordenes. Felix era dulce y bonito.

—Sí... —apenas susurró.

—Bien, vayamos entonces.

Chan bajó primero del vehículo, lo rodeó y ayudo a sus dos alfitas a salir. Luego sustrajo la mochila del maletero y los siguió a ambos hasta la puerta de entrada.

—Cada vez que entres debes dejar tus zapatos aquí —instruyó el castaño mostrándole un mueble que descansaba en una de las esquinas del recibidor— con Chan te compramos unas pantuflas para que no andes descalzo, pero podemos ir al centro comercial para que escojas las que más te gusten.

Heeseung asintió antes de seguir el ejemplo de los adultos y dejar sus agujereadas zapatillas a un lado y reemplazarlas por un par de pantuflas blancas.

Continuaron recorriendo todo. Le mostraron desde la cocina, la sala, el patio, el cual Heeseung amó por completo, los diferentes baños y el segundo piso.

—Está de aquí es nuestra habitación —Felix abrió la puerta dejando que Heeseung entrara y viera todo lo que quisiera, no tocó nada pero si sonrió de lado cuando el aroma de los alfas combinado le llegó de lleno— Y justo la que está en frente es la tuya, vamos a verla.

Heeseung tomó la mano que Chan le tendía y se dirigieron hacía allí. Estaba ansioso pero a la vez tenía pánico de tocar cualquier cosa de esa bonita casa, romper algo y que los adultos se enojaran y lo devolvieran al orfanato.

Tramitando con esperanza ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora