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Angel se había ido a entrenar, después de la derrota contra Pumas Jardine les había dicho sobre el entrenamiento.
Mañana en la mañana Doña Rosa y Braulio se tenían que regresar a Zamora, y hoy tenia descanso así que decidimos con Ángel que los llevaría al centro comercial, obvio el no iba con nosotros por lo mismo del entrenamiento, pero si me había dado su tartera de crédito para pagar la ropa que comprarían.
Ahora nos dirigiamos hacia el Mall de la ciudad de México, el tráfico estaba horrible, y aunque hoy era sábado y no todos trabajaban y no habían clases, era raro ver las calles así en estos días de descanso.
-Qué horrible tráfico. Comente mientras nos movíamos de poco a poco en la carretera.
-Si-. La señora Rosa volvió a hablar-. De verdad muchas gracias por lo que haces por nosotros Leila.
-Gracias a ustedes por aceptar la invitación de Ángel, no cabe duda que Braulio es un gran niño-. Mire al pequeño en la pertenencia trasera, quien estaba jugando con el video juego que le había regalado Henry el día de la cena en su casa.
-Si, el tiene un corazón muy noble, sin duda los hijos son una gran bendición para nosotros-. Miramos al niño, este sonrió en cuanto sintió nuestras miradas en el.
El claxon del auto de atrás comenzó a sonar indicando que ya nos podíamos mover, al fin habíamos salido del montón al de carros traficados.
(...)
Llegamos a Mall, había mucha gente que me reconoció, más que nada por Ángel, y otro lado por el club femenino. Llevamos a Braulio por un helado y de paso también por nosotras mientras platicábamos sentadas.
-¿Haz pensado en tener un hijo Leila?-. La pregunta de la señora me dejó atónita, no sabia que contestar.
-Emm, no lo sé es algo que no eh hablado con Ángel-. Le comenté, mire a Braulio quien estaba jugando con unos niños en el pequeño parque que estaba adentro del Mall-. Aunque si me gustaría.
-Caundo tuve a Braulio su papá me abandono, era una niña de 19 años mis padres nunca me apoyaron, me dejaron sola-. Ella empezó a lagrimear, yo solo la miré nostálgica, una pequeña sonrisa se asomo en mis labios, una melancólica.
-Lo siento mucho, dejemos de hablar de eso que creo que me estoy empezando a sentir un poco mal-. Era verdad la cabeza me empezaba a doler y no podía ingerir el helado que me estaba comiendo.
Poco a poco el tiempo fue pasando, y el dolor se me quitaba y a veces regresaba, me imagino que era por el estrés que tenia al venir a comprar en el Mall.
Entramos a una tienda de ropa, Doña Rosa y Braulio escogieron lo que se llevarían, en lo que me sentaba en una silla, ya estaba un poco cansada, algo raro ya que nunca me canso estando de compras, deje las bolsas de ropa de bebes para Sabrina y Alex mañana los iré a ver antes de irnos a Sinaloa con Ángel para el cumple de mi abuela.
