Estás amando

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El corazón de Blitz empezó a latir de una manera inimaginable, preso del temor y la adrenalina. Pudo visualizar a su hermana a la distancia, ella cerraba el portal y se enfocaba en su camino sin tener intenciones de mirar atrás. Blitz sintió su cuerpo temblar de los nervios y del miedo al no tener la confianza necesaria como para poder darle frente a ese escenario, ya que sabía que Barb se había vuelto mucho más dura y frontal ante él sin tener ningún tipo de compasión o reparo porque era su hermano.

Era como si ellos nunca hubieran compartido ningún tipo de lazo antes, como si fueran desconocidos y los recuerdos de una infancia juntos jamás hubiesen existido en Barb. Y ese era el más grande temor en Blitz, que ya no existiera ni un gramo del amor que alguna vez había sentido ella por él, al menos en su más lejana infancia.

—¡Barbie! —exclamó Fizzarolli para llamar su atención.

Sujetó la mano de Blitz, lo llevó hasta la ubicación de Barb y corrieron hacia ella antes de que se marchara en otra dirección.

Cuando la chica giró hacia ellos, se quedó petrificada. Ver a Fizzarolli era algo que le hacía feliz en cualquier momento, pero verlo junto a su hermano hizo que su estómago se revolviera de una forma desagradable.

Empezó a enfurecerse por instinto, ya que si Fizz sabía de su ubicación precisa no era porque la había llamado o consultado aquello. Era porque debió localizar sus movimientos en base a investigar sus traslados, revisando el cristal de Asmodeus. Se sintió acosada y perseguida, y también sintió que había caído en una trampa, gesto que hizo que se enfadara con Fizzarolli también ya que venía con Blitz luego de que le dejara en claro que no quería hablar con él.

—Ustedes... ¿Acaso me están siguiendo? —Barbie los detuvo cuando se quedaron a un par de metros de ella y los acribilló con una mirada iracunda— ¿Cómo sabían que estaría aquí? ¿Qué carajo quieren? Especialmente tú, Blitzo —volteó la vista hacia su hermano y se molestó aún más—. ¿Qué mierda haces aquí?!

Blitz escuchó su tono agresivo y supo de inmediato que no había manera de bajar la hostilidad en sus formas o en cómo iba a tomar la situación. Él ya había quedado bastante dañado por su última conversación, podía sentir que esa vez no sería diferente, sin importar que Fizzarolli estuviera entre ellos. Se asustó ante eso... Le asustaba escuchar palabras crueles otra vez, porque sabía que no había manera de frenarla.

Cuando Blitz quiso retroceder, Fizz le sostuvo la mano con fuerza y no planeó torcer su convicción ante una Barbie que quería terminar fácilmente con esa charla. Iba a proteger a Blitz y regalarle el valor y la seguridad que necesitaba, como él hizo tantas veces de forma desinteresada y honesta.

—Solo danos unos minutos para hablar —le pidió a la chica frente a ellos con una mirada seria, que rogaba que no fuera jodidamente hiriente de forma innecesaria—. Luego puedes irte.

—Fizzarolli. ¿De verdad estás con este tipo? ¿Estás de su parte luego de todo lo que te hizo? —cuestionó Barbie con una sonrisa irónica, sin poder creer lo que sus ojos presenciaban— ¡De lo que nos hizo! ¿Cómo puedes pensar que quiero escucharlo?! —marcó con absoluta indignación ante la situación ridícula que tenía que enfrentar en ese momento.

Decidió que ya no podía ignorar a Blitz. Debía poner los puntos en claro de alguna forma para que no volvieran a seguirla y para que Fizzarolli no volviera a forzar un encuentro entre ambas partes. Tenía que ser directa y muy clara ya que no iba a cambiar de opinión, no luego de lo que tuvo que vivir y con el resentimiento que debía cargar todos los días por culpa de su hermano. Avanzó hacia él y fue al grano de una vez.

—No quiero oírte, Blitz —le dijo con una frialdad mortífera bajo su mirada preocupada y adolorida—. Mataste a nuestra familia, mataste al circo. Mataste a mi mamá, ¿ya no es suficiente para tí? —le preguntó tratando de acudir a su lado racional— ¿Vas a perseguirme como un fantasma del pasado hasta cagarme la vida una y otra vez?

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