Todavía con los alientos en el infierno, se suponía que debía largarme a la universidad, pero no tenía ganas de ir. No tenía ganas de nada, absolutamente nada. Decidí faltar, además, no sería capaz de prestar atención durante la clase. La mente se me estancó en Jabner. Recordaba las cosas hirientes que me dijo y aún se me salían las lágrimas. Rebobinarlo me dolía. Y no sabía qué me lastimaba más; lo cruel que se portó o que ya no me abrazaría ni me besaría ni me haría nada de sus comunes "molestias". Por lo menos, así lo mantuve cerca, debí haber aceptado antes mis sentimientos. Mierda.
Caminé, soso, al parque de juegos frente a la casa de mis tíos, me quería sentar en uno de los columpios. El cielo estaba nublado, el ambiente era gris, mas no hacía frío. Me sorprendía que en febrero el clima se comportase tan irregular; unos días estaba soleado y otros nubarrado, aunque mayormente había estado con nubes grises y con una apariencia triste. El clima ideal que reflejaba mi actitud.
Dejé caer la mochila en el concreto y la retranqué sobre el soporte tubular del juego. Me senté despacio en la sillita metálica, las rodillas me casquearon como si tuviese setenta años y gruñí por eso. Estiré las piernas, cruzándolas entre sí, me otorgué impulso con la punta de los pies para balancearme, fue un balanceó sigiloso que causó que me mareara.
Crew me exigió olvidar lo que pasó, fue una maldita broma. Me preguntaba si habría dicho la verdad. Era terco al ya poseer los suficientes recursos y poder formalizar una conclusión concisa, sin embargo, intuía que había algo diferente a lo que él dijo; la mirada que contrastaba con la crueldad de sus oraciones, el reflejo en sus ojos que me succionaba el alma para aprisionarla en un calabozo. La primera vez que los vi con minuciosidad en la fiesta me sentí maravillado, fue emocionante. Y ayer fue el polo opuesto. Me rompió. Seguía aliquebrado, taciturno. Me sentía engañado.
¿Desde hace cuánto me gustaba? ¿Cómo llegó a gustarme? ¿Por qué él? ¿Y si Mina tenía razón?, ¿y si me gustaba de una manera leve y con los recientes acontecimientos pude aceptarlo? Siendo así necesitaba reforzar la conexión entre mi mente y mis emociones. ¿Por qué Crew tenía que gustarme de entre todos los chicos que conocía? ¿Por qué tuvo que darme expectativas en llegar a tener una oportunidad para luego torcer el cuchillo a mi dirección?
«¿Por qué tuviste que hacérmelo? ¿Por qué a mí?», pensé con un recelo que se trasmutaba a rabia. «Estaba mejor antes sin aceptar que me gustas. ¿Cómo puedo volver? ¿Cómo?».
Si nos hubiésemos besado, Crew posiblemente lo habría negado. Si me hubiese besado, hubiera sido un desperdicio porque yo habría sido suyo cuando él no fuese mío. Las ganas de deshacerme en lágrimas tomaron coraje. Me fue sencillo aceptar la idea de que si yo no hubiera ayudado a Thiago mi vida se remontaría a su monótono estado. No obstante, por algo siempre ocurrían las cosas. Las circunstancias eran impredecibles y misteriosas. O tal vez el destino era una trampa disfrazada. Tal vez el universo tenía favoritos y otros, como yo, éramos los que usaba para pasar el rato. Y aferrarse a alguien era un castigo autoinfligido.
Aferrarse siempre era la tristeza que se convertía en locura.
Miré el cielo, las nubes grises se movían sobre un a penas distinguible color azul en la atmosfera. Gris y azul. Dos colores que representaban la tristeza a través de distintos contextos. Yo era un cielo, pero un cielo que se teñía de rojo por haber sido desgarrado como un paño, y mis nubes sangraban.
Las lágrimas corrieron con lentitud en línea encima de mis pómulos. Las limpié y di un suspiro insípido. Me estaba rompiendo cada vez más. Empero, aún en el sufrimiento, de alguna manera, acordarme de su sonrisa me hacía sonreír. Acordarme de toda su estúpida y molesta mierda contra mi persona me hizo rodar los ojos y quejarme con burla. ¿Lo doble moral se desacreditaba cuando no se podían aceptar los sentimientos?: no. Era un jodido doble cara, lloriqueando por querer que Jabner nunca me hubiese retenido en la fiesta para casi besarnos, pero mierda, quería besarlo y besarlo. Quería que aceptara lo que hizo porque de pedírmelo, estaba dispuesto a recuperar ese beso. O no. Maldita sea. Estaba confundido.
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Until Sunrise
General FictionArtis es tímido y reservado. Jabner es rebelde y atrevido. Artis busca un respiro de esperanza tan arriba como las nubes a las que suele admirar. Jabner podría volverse aquella estrella fugaz a la cual pedirle un deseo. Sin embargo, las estrellas so...