Until Sunrise

19, pt. 1

—¿Tienes todo listo, cariño? —mamá posó la mano sobre mi hombro, me miraba con dulzura —, no vayas a olvidar el celular.

Ella y yo estábamos en la sala de la casa, aguardábamos a que Holsen se apareciese. Estaban por dar la una de la tarde, misma hora que acordamos—ya que a las cuatro trabajaba—en la que por favor viniera para que me llevara a su hogar. Este se encontraba en un vecindario no muy lejos de donde yo vivía llamado Evergreen Shine. Me sorprendió saber que residía así de cerca; calculé que a menos de una hora si se viajaba en auto. Alguien genial como él cerca de mí todo este tiempo.

Todos estos años.

—Mami, lo tengo. Todo está en orden; llevo el celular, algo de dinero, auriculares y papel higiénico —confirmé. Me arreglé la playera por debajo del suéter —, aunque estoy un poco nervioso de lo que pueda pasar allá.

—¿Cómo que lo que pueda pasar? —alzó la voz, estricta —. Artis, no debe darte miedo conocer gente nueva. Holsen amablemente te invitó a su casa, estoy segura de que te la pasarás bien. Solo sé tú mismo y no desconfíes de tus palabras. No te intimides.

—¿Y si no les agrado a sus padres? ¿Y si mi forma de ser no les agrada? —expresé temeroso porque así fuera —, sería bastante incómodo que eso suceda y yo esté allí.

—No necesitas la aprobación de nadie para ser amigo de un chico agradable como él. Todavía no conozco a sus padres, pero dudo que vayan a hablar mal de ti o siquiera pensar algo malo o criticarte. No tengas miedo, mi vida, hay gente maravillosa en el mundo y si sigues así te estás negando la posibilidad de conocerla. Imagínate; te gradúas, encuentras empleo y en el trabajo tienes que tener buena comunicación con los demás, para eso debes socializar. Con ese miedo no vas a lograr nada nunca y no te lo digo en el modo de hacerte sentir miedo, sino para que busques superarte cada vez más.

—Me aterra la gente desconocida. Es una gran impotencia para mí querer entablar una conversación o hacerles saber que estoy allí —bajé la mirada —. Es como si una fantasma me tapara la boca y se pegara a mi espalda para no dejarme hacerlo, me hiperventilo, me sudan las manos, siento ganas de gritar y todo lo que quiero es estar solo. Odio sentirme así. Odio tener este miedo. Es justo por eso que visito a Jane en la escuela. Desde que asisto con ella a las citas sabes que he mejorado mucho, no tanto como yo desearía, pero creo que poco a poco puedo irlo logrando si me mantengo enfocado —moldeé una media sonrisa, me sentí algo decaído por mis ideales opuestos cuando mentalizaba o planeaba situaciones a futuro que me ocasionaban estrés y temor —. Sé que imaginarme cosas antes de que pasen o suponer lo que la gente pueda creer o pensar de mí es contradictorio, pero... —espiré —, un día a la vez.

—Entonces enfócate en los pasitos que avanzas. Tienes la confianza, nada más sostenla cuando sientas que vas a ceder. Sé que es así porque soy tu madre y te conozco mejor que nadie. Sabes que incluso huelo cuando me mientes —retrocedió dos pasos —. Luego podemos invitar a comer a Holsen, ¿no crees? Ese día cuando vino con Lenko charlamos muy poco, me gustaría conocerlo más a fondo si va a ser tu amigo.

—Ya somos amigos, mamá —suspiré. Memoricé los momentos, aunque fuesen pocos, que había pasado con él. Eso me hizo sonreír —. Es un buen chico, disfruto estar a su lado. Es como si todo desapareciera y solo las risas perduraran. Incluso haber formado una amistad con él no me fue difícil —recordé cuando lo conocí por el golpe que le di —. Holsen es de esa clase de personas que te alegran únicamente al estar varios minutos con ellas; reducen los malos momentos al traer ratos únicos y divertidos, incluso cuando todo está en silencio. El aura que desprenden es tan pacífica que se vuelve contagiosa.

—Vaya, vaya, vaya —mamá entrecerró los ojos. Me miró, picarona —. ¿Acaso debo llamarlo nuero cuando llegue?

Permanecí en mutismo varios segundos, mirándola con mi semblante inexpresivo, mas dando a entender que me atrofió su repentina y desatinada duda.