Artis es tímido y reservado. Jabner es rebelde y atrevido. Artis busca un respiro de esperanza tan arriba como las nubes a las que suele admirar. Jabner podría volverse aquella estrella fugaz a la cual pedirle un deseo. Sin embargo, las estrellas so...
⚠️ Advertencia: este capítulo contiene contenido que puede ser desencadenante o inquietante para algunos lectores, incluyendo: lenguaje fuerte y ofensivo, escenas de violencia, temas relacionados con trastornos mentales o emocionales, homofobia y discriminación.
Si eres sensible a estos temas, te recomiendo precaución al leer. Si necesitas apoyo o recursos, hay organizaciones y servicios disponibles para ayudarte. No estás solo.
Los personajes aquí presentados tienen la mayoría de edad.
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Había un empuje lento y suavecito contra mi cuerpo que me sacaba del cómodo sueño en el que me encontraba. Era fastidioso ser despierto; estaba teniendo esa clase de descanso en donde se dormía tan bien que se carecía de la energía suficiente como para levantarse de la cama en todo el día, o en toda la semana, o en todo el mes.
Maldije entre dientes y entreabrí los ojos. Había alguien a mi costado.
—Hijo, despierta —susurró mi abuela. Me sacudía y me sacudía —, ve a tu cama. Dormiste en el sofá. Te vas torcer la espalda.
—¿Q-q-qué? —dije, atontado por el sueño.
—Ve a tu habitación —me acarició el cabello.
Me tallé los ojos para liberarlos de la somnolienta pesadez. Tras hacerlo contemplé que mi abuela tenía una exagerada sonrisa.
—Dios —me quejé. Me estiré y luego me senté mientras me saboreaba los labios —. Lo siento. Ayer llegué un poco tarde y pues me quedé viendo la televisión. Se me fue la noción, la apagué y me entretuve con el celular —di un bostezo —. Y me quedé dormido.
—¿Cenaste algo? —se rio, sentándose a un lado de mí —, ¿estuvo todo bien?, ¿no tuviste problemas?, ¿un poco tarde qué hora significa? Me quedé dormida...
—Abuela, abuela, abuela, sí, cené. Y sabes que debes descansar, no tienes por qué esperarme —le sostuve la mano —. En cuanto a cómo estuvo, estuvo de maravilla, fue... —di un enamoradizo suspiro —. F-fue increíble, podría pasarme horas contándotelo y volvería a contártelo para escucharme haciéndolo. Y no, no tuve ningún problema, y ese poco tarde fue pasando las diez de la noche; como diez con veinte.
