Aquel hombre con una apariencia severa mantenía las manos entrelazadas sobre la superficie del gran escritorio mientras que, a través del cristal de sus gafas con un armazón color negro, miraba a aquel joven que parecía estar descansado, sintonizado con una paz que incluso parecía ser palpable por las cuatro paredes color melón del consultorio en el que ambos se encontraban cara a cara.
El hombre deslizó la mano a lo largo de su mentón, tocando una barba afeitada en un corte de candado. Se retiró las gafas del rostro y las dejó a su derecha.
—Tus avances han sido muy buenos, Jabner —dijo, complaciente en sus palabras y con gusto en las mismas —. Muy buenos.
—Sí, lo sé —respondió el chico. Este se recostó sobre el respaldo de la silla para ponerse más cómodo —. Siento esa mejoría a comparación de antes. Me hace sentir orgulloso de mí mismo saber que puedo lograrlo y que poco a poco lo estoy superando.
—Debes estarlo, has puesto un gran esfuerzo, y por más obstáculos que se te presentaron pudiste seguir adelante. Es de admirarse.
—Gracias, señor Khalish —dijo Jabner, agradecido por escuchar esas palabras de su psicoterapeuta, aunque en el fondo, él deseaba que hubiese sido su padre quien lo hubiera dicho —. Estoy feliz.
—Eso puedo notarlo, durante toda la sesión no dejaste de sonreír —Khalish tomó su bolígrafo y comenzó a realizar anotaciones en un pequeño cuaderno de rayas con pasta roja del tipo grueso. Tras finalizar, volvió a prestarle atención a Jabner quien seguía sin dejar de expresar la alegría nacida desde su interior —. Sentirte orgulloso de ti lo amerita, ¿o hay otra cosa en específico que te provoque estar tan alegre?
—Aparte. Se debe a que por fin pude decir algo que quería desde hace tiempo. Liberarlo fue como la libertad que ve un ave salvaje enjaulada al ser liberada de nuevo —descansó ambos brazos sobre los reposos de madera de la silla. En este, con los dedos, toqueteó la melodía de una canción que recientemente había oído, atrapándolo y que Khalish pareció reconocer.
Jabner se dio cuenta de eso.
—Sé lo liberador que puede ser para uno por fin poder expresar algo suprimido, es una gran descarga de peso que influye de manera importante en nuestro día a día.
—También aceptar quién soy me ha puesto de un buen humor. Estar dispuesto a dejar de lado el miedo a mostrarme como soy es parte de haber dicho lo que quería.
—Y ambas situaciones te causan una enorme sensación de libertad —dijo Khalish, tomó más notas.
Jabner no respondió al instante. Desvió su vista hacia el techo del consultorio, admirando el color melón junto con los focos que le daban luminosidad al espacio. Volvió a encarar a Khalish, sintiéndose mucho más feliz al recordar el momento exacto en que se originó esa emoción en él, así como la persona que lo causó.
—Me causa mariposas en el estómago —dijo Jabner, sonriente y mirando a todas direcciones por pensar que Khalish pudiese decirle algo relacionado a ser un chico cursi. Incluso si era parte de su ética profesional no hacer ese tipo de comentarios lo supuso, aunque no le molestaría si llegaba a suceder.
El hombre se tomó unos segundos para analizar la situación. Cuando halló el panorama indicado a lo que la plática de Jabner se daba a entender, mostró una gentil sonrisa, volviendo su atención por mínimos segundos a su cuaderno, preparándose para hablar:
—Ella debe ser muy especial para ti, ¿cierto? —dijo Khalish. Se rascó la cabeza por encima de su rizado y corto cabello con algunas canas debido a la edad.
—Hace un instante toqué una canción con mis dedos contra el reposo de la silla, noté que pareció reconocerla —Jabner se hizo hacia el frente. Se cruzó de piernas y sobrepuso el brazo derecho en la que estaba arriba de la otra. Fortaleció la conexión que sus ojos ejercían con los de Khalish pues, por primera vez, estaba siendo honesto con quién era —. ¿A usted le gusta Oasis?
—Sí. De hecho, es mi banda favorita —aceptó el hombre.
—Entonces sabrá a lo que me refiero con esto —Jabner memorizó aquella noche, centrándose en las palabras de aceptación y correspondencia por parte de él y de la persona involucrada al aceptar tener sentimientos el uno por el otro. Trajo de vuelta la calidez de esos labios que lo volvieron loco, además de darle paz. El tacto de sus pieles, los latidos de sus corazones y los intervalos que ya no los definían. Recordó cómo Artis Hemsley lo tenía perdidamente enamorado y que todo lo que quería era poder llegar pronto a su primera cita, la cual sería dentro de unas horas, para poder abrazarlo, besarlo y conocerlo más. Sin miedo o duda finalmente habló —: Él es mi «Wonderwall».
Khalish de inmediato armó el conjunto de piezas fuera de su lugar ya que en las citas que había tenido con Jabner, él no había mencionado nada de lo que acababa de entender. Dicha cuestión lo preocupó un poco, sin embargo, por otro lado, lo hizo sentir seguro de que Jabner estaba comprometiéndose mucho más a comparación de antes y que sus mejorías podían ser exponenciales ya que haber entendido eso de «aceptar quién soy» le decía que el chico iba encaminado a lo correcto.
¡Holaaaa! Bueno, hubo actualización doble. Lo hice porque pues está cortito a diferencia de los demás, y porque pues ya es tiempo de entender un poco más a Jabner. Espero dejarlos con la intriga. Nos estamos leyendo. <3
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Until Sunrise
General FictionArtis es tímido y reservado. Jabner es rebelde y atrevido. Artis busca un respiro de esperanza tan arriba como las nubes a las que suele admirar. Jabner podría volverse aquella estrella fugaz a la cual pedirle un deseo. Sin embargo, las estrellas so...