CAPÍTULO 8 *Hugo*

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A la mañana siguiente, cuando tuvimos que deshacernos de nuestra habitación, algo de mi corazón se quedó en esa cama que aún permanecía unida, algo se quedó en esa terraza, algo se quedó en el mar y sobretodo, algo se quedó en ella.
Antes de separarnos y que cada uno se vaya en el coche con sus padres, nos despedimos y cuando nos tocó separarnos a los dos, sus ojos brillaban. Nos abrazamos tan fuerte que dolía, tanto que casi nos quedamos pegados, tanto que nuestros corazones se tocaron.
Al separarnos, ambos teníamos los ojos llorosos. Para algunos habrán sido unas vacaciones normales, intensas o simplemente algo temporal. Pero algo en mí cambió en esa semana.Me dolía el volver a la realidad, a la rutina, a la preocupación de una mudanza.
En el camino del coche, vi el último atardecer de las vacaciones y unas lágrimas silenciosas se deslizaron por mis mejillas. En mis auriculares, sonaba M.A.I y yo, me la imaginé a ella. Me la imaginé en la playa, con el pelo mojado de agua salada, me la imaginé sonriendo, cantando, bailando. Me la imaginé a ella.
El llegar a casa fue algo doloroso, en especial cuando la sentía tan lejos.Me tumbé en la cama, miré al techo y cuando ví que había pasado más de media hora, me decidí en levantarme y deshacer mi maleta.
El bañador que usé cuando estuvimos con los delfines, el pantalón con el que estuvimos en el barco… Saqué todo, lo organicé y saqué la última prenda. Pero para mi sorpresa, esta no era mía, era una camiseta de encaje rosa fucsia.
Lo intenté, juro que lo intenté pero no lo pude evitar y cuando me dí cuenta estaba cruzando corriendo el pueblo hasta llegar a su casa.
Maldita niña, vive en el campo al otro lado del pueblo y encima, detrás de una carretera.
Pero a mí me dió igual, como si hubiese tenido que correr un maratón.Lo haría por ella.
-¿Qué haces?- dijo extrañada al abrir la puerta.
-¿Hay alguien en casa?- pregunté acezando.
-No, no- se preocupó-.Pasa.
Su casa olía a ella, sus mejillas aún estaban rojas del sol y su pelo mojado del mar.La observaba, la admiraba y solo podía sentir y tener más y más sentimientos.
La quería, la deseaba.
Quizás fuese precipitado, o puede que simplemente la quería.
-Te has dejado esto en casa- le tendí la camiseta.
-¿Qué pasa, Hugo?
Sus ojos estaban inclinados hacia arriba para verme, veía sus pecas, sus labios gruesos, podía ser testigo del tono exacto de sus ojos.Joder, Hugo.
-Escuché lo que dijiste la noche anterior-confesé.
-¿El qué?- le tembló la voz.
No podía más, yo solo quería juntar mi boca con la suya, conocer su sabor. Así que la besé.
Sus labios rápidamente reaccionaron al beso de manera positiva y muy buena.Sus manos subieron hacia mi pelo acercándome aún más e intensificando el beso.Se alzó y me rodeó las caderas con las piernas.
Oh, dios mio. Esta mujer no puede ser más perfecta.
A duras penas, intenté subir las escaleras hasta llegar a su habitación.Pero me tomé mi tiempo para hacerlo y aprovechar el beso lo máximo posible.
Cuando al fin conseguí girar el pomo de la puerta, entramos y la tumbé en la cama.Tenía los mofletes rojos, los labios hinchados y su respiración agitada.
Estaba adorable.
-En la mesita de noche hay..- pronunció con la respiración agitada.
-Violeta, no voy ha hacer nada que no quieras.
-Lo dices como si no lo soñase todas las noches.
-Joder Violeta, eres perfecta.
Sonrió coqueta y se inclinó ligeramente hasta quitarse su camiseta blanca. Sus ojos radiaban deseo cuando se desabrochó lentamente el sujetador. Y todas mis fuerzas quedaron a mínimos.Me quité mi camiseta, y mis pantalones quedando solo en boxers y ella me admiraba con la boca entreabierta.
-En la mesilla de noche..- repitió.

Solo recuerdo besos, gemidos, abrazos y mucho deseo y amor. Aproveché cada segundo en su compañía para amarla, quererla y estar con ella.
-Violeta, eres…- le acaricié la cara con el pulgar.
Estábamos desnudos en la cama, son las sábanas blancas bajo nuestros cuerpos. Observando el techo y de alguna forma, intentando asimilar lo que acababa de suceder.
Era surrealista.
Me hubiese encantado pasar la noche con ella pero ambos sabíamos que eso no era posible así que, con dolor en mi corazón, recorrí la habitación en busca de mi ropa.
Violeta huso lo mismo que yo y ella se estaba vistiendo en la cama, pensativa.
-Hugo, creo que esto ha sido un error- casi susurró.
-¿Qué?-me preocupé.
-Ha sido un error- me miró a los ojos-.Tú no has superado a Noelia.
-Yo te quiero
-No, no lo haces. Lo piensas porque te sientes solo y yo, soy una tonta enamorada que te acaba de dar toda su virginidad.
-Joder Violeta- me puse las manos en la cabeza.
No me esperaba esto, obvio que no me lo esperaba. Sabía que me quería y yo no podía quererla más porque reventaba.
Ojalá haya sido una pesadilla.
-Pero Violeta..
-No pasa nada, Hugo. Nos hemos dejado llevar, a partir de ahora vamos a intentar controlarnos.
Yo ya no tenía palabras. Verla allí tan triste y vulnerable. Tan enamorada…
-Pronto cada uno se mudará y no podemos cometer el error de sentir algo a estas alturas- concluyó.
-Lo siento, lo siento tanto. No quiero que pienses que me he dejado aprovechar de tí, te quiero.
-Yo también Hugo, ha sido un fallo.
-Joder, y lo siento tambien por…
-No lo podía haber perdido de mejor forma.

Y así fue como una camiseta fucsia destruyó el rastro de “nosotros” que existía.

Contigo, siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora