CAPÍTULO 25 *Violeta*

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Estaba echa un tremendo desastre. El modelito que tanto me había costado elegir para la
cita estaba arrugado, mal puesto y apostaría que incluso roto. Mi pelo completamente
desordenado, por no hablar de cómo corrían las lágrimas junto al rimel por mis cachetes.
En ese instante, llamaron a la puerta.
-Vio…-me abrazó Sara con cara de preocupación.-Estos son mis amigos, espero que no..
-Tranquila y gracias por venir, necesitaba compañía- les guié hasta el sofá-¿Queréis un té?
-Estamos servidos.
Me senté en el sillón que estaba al lado del sofá y con las manos cruzadas empecé.
-Atlas….- una lágrima se cayó-. Lo he echado de casa.
-¿Qué?, ¿Por qué?- cuestionó Sara.
Inhalé y comencé a intentar relajarme a su paso.
-Hoy tenía una cita con él. Al principio todo era maravilloso, increíble, de perlas.Su coche
olía a vainilla y puso las canciones antiguas que tanto amo. Cenamos en un restaurante
muy bonito, charlamos e incluso me abrí y le expliqué cosas sobre mi vida-paré-. Al llegar al
portal, me besó y me llevó a casa. Concretamente a mi cuarto.
Un chico de ojos verdes me miró desde el sofá verdaderamente expectante.
-Yo no quería,Sara. No he superado a Hugo, no lo conozco bien, ni siquiera me gustaba del
todo.
-¿No querías mantener relaciones con él?
-No.
-¿Por qué no se lo dijiste?- me cogió de las manos.
-Lo hice.

<-No quiero Atlas- dije temblorosa en la cama.
-Tranquila, te voy a enseñar cosas nuevas>

-¿Te obligó?
-Yo no volví a quejarme, solamente esperaba el momento en el que se fuese.

<Me encantas, Vio. Lo que se está perdiendo el gilipollas de tu ex novio.>

-¿Por qué, Vio?
-No se, Sara. No sé- me mordí el labio desesperada-. Cuando terminó se tumbó a mi lado y
ahí fue cuando le dije que se fuese.

<-Vete-me miró sorprendido.
-¿Qué dices?
-Vete, ya.
-De eso nada.
-QUE TE VAYAS YA JODER- dije con lágrimas en mis ojos.
-No se te va a olvidar.>

Hubo un silencio entristecedor en el salón.
-¿Puedo opinar?- preguntó el chico de los ojos verdes.
Asentí.
-El que debería de estar llorando ahora mismo sería él. Por haber sido un tremendo
gilipollas, un subnormal y muy poco hombre-me sonrió-.Y que sepas, que no te llega ni a las
suelas de los pies.
Le sonreí e incliné la cabeza en forma de agradecimiento.
-¿Por qué no dormimos todos juntos hoy?-Sara intentó quitarle importancia y miró con una mirada cómplice al chico de los ojos
verdes.
-Perdón, no tengo muchas ganas.Dormiré en el sofá.
-Bueno, otra vez te vienes. Si necesitas lo que sea me llamas-me dió un beso en el cachete.
-Por cierto- alcé la voz-. No digáis nada por favor.
Todos asintieron y salieron despacio del salón. Nada más cerrar la puerta, me apoyé en ella
y observé mi piso.Las sábanas aún revueltas y los tulipanes rosas en el jarrón.
De un golpe, se rompió el jarrón en el suelo.
****
Cogí el primer autobús de la mañana y en apenas una hora y media estaba en mi pueblo,con tan solo un bolso con lo más necesario. Anduve una calle abajo con la brisa matutina alzándome el cabello hasta llegar a mi casa.Saqué las llaves del bolso y abrí la puerta.
Las luces estaban encendidas, cristales rotos en el suelo y mi madre llorando en una
esquina.

Contigo, siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora