CAPÍTULO 11 *Violeta*

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Mis ojos fueron abriéndose poco a poco debido a la luz que entraba por la ventana.Perezosos y sin prisa se terminaron de abrir y cuando lo hicieron, me acordé. 

La noche anterior volvió a pasar, joder Vio.Aún recordaba sus besos,sus caricias, su sonrisa, su ojos dilatados y la sensación de volver a ser parte de él.

Me dolía no haberme podido controlar, el haber dejado a mis amigas solas, a mi madre sola en casa mientras yo dormía abrazada a una persona con la que claramente no puedo estar. 

Me dolía estar tan…. enamorada.

Su habitación era amplia, de color beige, con algún que otro poster y una cama grande en medio de la misma. Desde que no entro está distinta pero aún así huele a casa. Huele a él.

Su lado derecho de la cama estaba vacía así que decidí levantarme y ponerme un pantalón junto a la camiseta de Hugo que ya llevaba puesto y tras eso revisar mi móvil.

Dos llamadas perdidas de mis amigas.

Seis de mi madre.

Madre mía, no sabía dónde me estaba metiendo.Con las manos nerviosas,decidí llamar a Aura.

-¿Mamá?

-Hija, no vuelvas a hacer esto nunca más.

-Lo siento, ahora vuelvo a casa.

-Tranquila, Hugo nos mandó un mensaje hoy en la madrugada para avisarnos que estabas con él y que estabas a salvo.

Mi corazón latió rápidamente y una sonrisa se me formó en la cara.

-Bueno, ahora mismo voy a casa.

-No, no. Disfruta.

Yo sonreí y colgué.Dejé el teléfono encima de la cama y decidí bajar las escaleras hasta llegar al salón donde supuse que estaría Hugo.Me avergonzaba el estar aquí, sabía que sus padres estarían en casa y me verían como “la aventura de la noche”.Me sentía sucia, culpable,patética, desesperada…Sin embargo, cuando bajé vi a Hugo de espaldas a donde yo estaba preparando unos zumos de naranja. Tenía la espalda desnuda y unos pantalones negros, su pelo estaba despeinado y sus pies descalzos.No veía a nadie en la casa por lo que decidí ir andando y darle un fuerte abrazo en su espalda.

-Buenos días- rió.

Hugo me sacaba bastante de altura así que me veía prácticamente como una niña pequeña a su lado.

-¿Están tus padres?- pregunté.

-No, han decidido ir al taller de mi padre a organizar todo.

Dejó las naranjas a un lado y caminó hacia mí hasta que me choqué con la encimera de la cocina. Nuestras piernas se tocaban y yo solo podía mirar hacia arriba para ver sus ojos.Sus ojos estaban más brillantes de lo normal.

-Ojalá todas las mañanas fuesen así- me besó.

Le dediqué una sonrisa triste. Una sonrisa que sabía que esto solo era algo pasajero, una que sabía que adoraría que lo que estaba diciendo fuese real, pero sabía que no sería posible.El debió notar mi tristeza así que me miró fijamente y añadió:

-Dos semanas, Vio.Te pido dos semanas para que me dejes estar a tu lado. Dos semanas y cada uno podrá volver a su vida.

-Ayer juraste que iba a ser la última.

-Todos nos equivocamos- sonrió.

Cuántas veces había soñado con esto. Con é.Con mi yo actual. Con nosotros.

-Nos vamos a hacer daño.

-Yo te haré lo posible para que no sufras.

-¿Y tú?

-Yo solo necesito estas dos semanas.

Sus labios temblaban,  nuestras manos se cruzaron y nuestros labios se juntaron prometiendo una última vez.

Prometiendo dos semanas.

Contigo, siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora