CAPÍTULO 10*Violeta*

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Mis manos recordaban el tacto de su pelo, mis labios aún recuerdan su olor y mis ojos aún no ven en mi habitación, subiendo por las escaleras e incluso dándome ese beso en la entrada de mi casa.Sin embargo, no podía aferrarme a lo que podíamos ser y no somos, tengo que seguir y para ello, pasé días encerrada en mi casa terminando de empacar todo y viendo películas románticas o de miedo.
Sin embargo,esta noche era un día importante;los carnavales de verano. Tenía muchas ganas de que llegase este momento porque a pesar de no ser fan de las fiestas, esta junto a mis amigas las disfrutaba mucho.
Todas nos maquillamos y vestimos en casa de Abbie donde nos aconsejamos, bailamos, cantamos y chismeamos. Maia iba disfrazada de pintora, Laia de ella misma(no le gustan los trajes) y Abbie y yo nos destacamos por ir del zorro y de la coneja de Zootropolis.
Entre risas y anécdotas, andamos hasta llegar al parque donde todos estaban preparados para el desfile y tras ello, luchando por estar lo más cerca de la charanga, andamos por las calles de mi pueblo.No se que tenía mi pueblo, tenía magia, luces, colores y anécdotas donde quier.Mi pueblo era mi casa, mi infancia y por ello me dolía despedirme de él, pero siempre acudiré para besar cada flor nueva o cuando el peso de la ciudad me sobrepase.
-¿No bailas?, es paquito el chocolatero- me preguntó Abbie a mi lado.
Volví a la realidad y bailé como si fuese la última vez.Terminamos el desfile y tras ir en busca de unos refrescos, nos metimos en la carpa para bailar entre la multitud.
La música era perfecta, reggaeton antiguo que amaba, las luces bailaban por todos lados y la gente bailaba sin parar, todo era perfecto. Mis amigas, en especial Abbie, bailaban sin parar.Pero todo no podía ser tan perfecto.
Sonaba “Columbia” cuando noto que alguien hacía paso detrás mía y tras ello, las miradas de mis amigas fijas en mi espalda.
NO,NO, NO.
Sabía quién era de más, sobre todo por las miradas de mis amigas.Ellas no sabían nada de lo sucedido, no tenía fuerzas para hacerlo así que decidí ignorar ese pequeño detalle.
Intenté pasar desapercibida y que no se percatara de mi existencia a pesar de que sentía a la perfección su fuerte espalda.
Violeta, respira.
“7 locas” sonó y Abbie y yo perdimos el control dejando la poca voz que ns quedaba en el camino. Supe que la había cagado cuando el hombre que estaba a mi espalda, se giró y supe que me había reconocido.
Pasaron los minutos y ninguno de los dos habló, pero estábamos incómodos. Daba igual la canción que sonase, porque nuestros cuerpos seguían encajados a la perfección y ninguno bailaba.
20 minutos pasaron cuando vi las caras de emoción de mis amigas a la vez que alguien me tocaba en el hombro. Me giré y obviamente era él.Iba vestido de policía(irónico teniendo en cuenta de que iba de conejita policía),sus ojos miel brillaban de una forma especial con esas luces, sus pupilas estaban ligeramente dilatadas y sus labios dibujaban una sonrisa tímida.
-¿Me acompañas a por una bebida?- gritó para que lo pudiese escuchar.
Respiré un poco enfadada y asentí.Me cogió de la mano guiándome fuera de la carpa mientras mis amigas no paraban de gritar emocionadas.
Violeta, se lo tendrías que haber contado.
Ya fuera, ví como tiró su vaso de plástico al contenedor y supe de más que no quería ir a por una bebida.Andamos en silencio hasta llegar a una de las calles más cercanas de la carpa donde no hubiese nadie.Cuando me quedé quieta apoyada contra una pared blanca, sus brazos se colocaron a ambos lados de mi cabeza.
Respira Violeta.
-¿Qué?-dije indignada.
-¿Qué de que?
-¿Me tienes que joder en todos los sitios a los que voy?
-Joder, Violeta.
-ESTABA TRANQUILA CON MIS AMIGAS Y TOMA, TONTO A LA VISTA.
-¿Tonto?
-EXACTO.-respiré agitadamente-.DÉJAME OLVIDARTE.
Nuestros ojos se miraron durante más de 20 segundos y observé cómo sus pupilas cada vez se dilataban más. Sus manos, su pecho, su nariz, su pelo…
-Una última vez, Violeta.
No sabía que decir, no tenía palabras.
-Por favor…
Esta vez fui yo la que terminó de juntar nuestros labios.

Contigo, siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora