La fuente de la torre siempre ha sido un lugar especial tanto para Hugo como para mí desde bien pequeños. Paseábamos hasta llegar junto con nuestras madres y mi perra.Merendábamos ahí y jugábamos con el limo del agua. Cuando pasó el tiempo, nos gustaba ir allí la noche de nuestro cumpleaños aunque nuestras madres no estaban tan de acuerdo. Blanca solía llevarnos allí cada vez que se encargaba de nosotros.
<-Mamá pasa- se acomodó Hugo cerca del agua hasta que cayó dentro.
Blanca y yo no paramos de reír hasta que Hugo sacó la cabeza y la mano con un tritón en ella.
-¡Mira mamá!, no hay mal que por bien no venga.>
Nada más llegar lo ví sentado en las grandes escaleras de piedra.Sin hacer ningún ruido me senté a su lado y me quedé observando cómo caía el agua.
Su respiración se agitaba, sus lágrimas cada vez caían más rápido hasta que explotó. Lloró sin control, gritó, dijo alguna que otra picardía y soltó algún que otro puño al aire.
-¿POR QUÉ?, JODER, ¿POR QUÉ?-lloraba sin control-. LA MUJER MÁS BUENA QUE EXISTE SE VA A IR EN CUALQUIER MOMENTO Y LOS MOMENTOS QUE TENEMOS AQUÍ DE PEQUEÑOS SE QUEDARÁN EN UNOS PUTOS RECUERDOS. UNOS PUTOS RECUERDOS.
-Ella es fuerte.
-Ojalá fueran eternos.
-Pero también tiene que ir al igual que nosotros.
-Pero tengo dieciocho años,yo no tengo que ver como muere mi madre.
-Ni yo como se droga mi padre.
Hugo me miró sorprendido y volvió la vista a la fuente.En ese momento no me lo esperé en absoluto pero Hugo apoyó su cabeza en mis piernas llorando sin control.
Y pasaron los minutos, incluso las horas hasta que se tranquilizó.
-¿Vas a estar?- me preguntó.
-Yo siempre estoy.
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Contigo, siempre Contigo
Genç KurguVioleta y Hugo se han criado juntos, como hermanos. Pero Violeta siente algo más.