Oscuro despertar

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Desperte con las manos de alguien en mi cintura, al abrir los ojos lo primero que vi fue a Samanta dormida en la cama, a Santiago en el sofá, y yo estaba en el piso con Stephan abrazada.

-Buenos días – me robo un beso, yo me quede como piedra no podía hacerle eso, no lo ilusionaría.

-Stephan creo que deberíamos hablar. – No pude terminar mi frase porque comenzó a sonar mi celular. – Espera creo que es importante

Respondí con el corazón en la mano, una llamada de James a las 7 de la mañana no es lo más común del mundo, salí al balcón de Stephan y conteste con temor.

-Hola – mi voz sono débil.

-Hey Danielle, solo quiero despedirme

Mi corazón estaba a mil por hora ¿Cómo era esa que quería despedirse?

-¿Qué? – Pregunte con lagrimas en mis ojos

-Han trasferido a mi padre y – no lo deje que terminara

-¿Cómo mierda transfieren a alguien de un día para otro?

-Danielle debemos hablar, créeme te lo puedo explicar, no quería ilusionarte, no pienso hacerte lo mismo que ese infeliz te hiso, por eso trataba de alejarte de mí, pero no pude porque me enamore, y no quería romperte el corazón, ya había uno roto no hacían falta dos

-¿Dónde estás? – Dije entre sollozos, este no podía ser nuestro adiós, no así no tan pronto, tan de repente.

-Estoy en el aeropuerto mi vuelo a Australia sale en dos horas pero mi padre insistió en llegar con anticipación, lamento – no lo deje continuar le colgué e inmediatamente desperté a Santiago tenía que llegar al aeropuerto

-Santiago, despierta animal, hermano- lo levante y al verme llorando se podría ver en sus ojos la preocupación, Samanta recién despertaba y me preguntaba con la mirada que me pasaba, Stephan permanecía callado, sé que escucho toda la conversación. – Levántate idiota corre debemos llegar al aeropuerto

No deje que nadie preguntara nada salimos corriendo al auto y Santiago conducía como un loco mientras yo lloraba en silencio.

-¿Pero qué ha pasado? – Se atrevió a preguntar Samanta en voz alta

-Él se ira, se va – mi voz se cortó y las lágrimas aumentaron, Stephan tomo mi mano, sin importar el darse cuenta que lo había olvidado.

No deje que Santiago se estacionara cuando salte del auto, literalmente la gente me miraba sorprendida, creo que me rompí un hueso o algo en esa caída, pero no me importaba nada si lo que se rompía a cada segundo era mi corazón.

Corrí, como si mi vida dependiera de ello y lo vi a punto de tomar su vuelo, grite su nombre y volteo sorprendido, había llorado, podía notarlo en su mirada, en sus ojos rojos e hinchados.

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Una estúpida ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora