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Una vez sus pies se detienen justo delante de la gran entrada, las ganas de correr y tirarse por un precipicio se hicieron más presentes en su pensamiento, recordándole que la única forma de escapar de ese miserable mundo es dejando de respirar.

—¿Qué sucede? ¿Te sientes bien? —la suave voz de una mujer desconocida al frente lo saca de sus pensamientos haciendo que la mire. Es una monja, a unos pocos metros de el. Sus ojos amables se llenan de pena por el joven abandonado.

Un gran orfanato con piso de madera. Paredes de tonos grises. Un largo pasillo llevando a distintas puertas de madera.

Felix aprieta con fuerza el mango de la maleta con sus pertenencias. Con nerviosismo dio un paso al frente cruzando por el lumbral de la entrada principal. Da otro y otro hasta llegar a la mayor.

—Te llevaré a tu habitación —dicho esto, la mujer lo guió por el interior, subiendo por las escaleras.

Por dentro, hay distintas puertas que llevan a varias habitaciones, pudo ojear por las puertas abiertas una larga extensión con más de docenas de camas. Las habitaciones están ordenadas de forma organizada y cada una es similar a la anterior, siguiendo un modelo monótono y sin color, aunque hay camas y espacios más coloridos que otros, dependiendo del optimismo y felicidad del niño. La variedad de niños incluye pequeños de todas las edades, desde bebés hasta adolescentes.

Unos salieron corriendo de la habitación logrando chocar con Felix, haciéndolo tambalear.

—Niños, no corran —regañó la monja.

Ellos asintieron al instante y ocultando sus risas, se escaparon.

Felix los mira irse con melancolía.

—Este es tu lugar —lo llevó a una de las tantas camas de aquella habitación. Ve a varios jóvenes de su edad en la misma ocupados con sus cosas. Le señaló los gavetines a su lado —Estan vacíos, puedes colocar tus cosas.

Felix asintió ligeramente.

—Ya deben habértelo dicho pero lo repetiré. En días de escuela se sirve el desayuno a las siete de la mañana, todos deben estar en el comedor y la cena a las siete de la noche. Los fines de semana como hoy, el desayuno es a las nueve, el almuerzo a las dos y la cena a las siete. Y claro está, que también tienen sus meriendas. Está prohibido la maldad de cualquier tipo. Todos los domingos son de comunión, viene un Papa y rezamos juntos... —le explicó la mujer y tal vez un poco más, pero la mente de Felix divago en el futuro que le espera.

¿Es muy tarde para levantar la demanda? Él no quería acusarlos, solo le dijo al oficial que no quiere que le peguen más, que no quiere temer más casa vez que regrese a casa. Nunca pensó que se los terminarían llevando de esta forma. Le quitaron a sus padres sin que pudiese decir nada y con ello, su familia abandonó su lado. Fue dejado, abandonado por todos y cada uno de ellos.

Mi Novio es el Matón de la Escuela - HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora