Epílogo

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El funeral había sido extremadamente mediático. El señor Nikolai Dimitri Volkov, era uno de los hombres más importantes de Rusia. Su carisma y perspicacia para los negocios, lo habían llenado de gloria. Su hijo en cambio, había heredado otros dones. En nada, se parecía a su padre. Los medios de comunicación así lo afirmaban.

En cuanto llegó la hora de hablar de Viktor, el auditorio se puso en pie y mantuvo absoluto silencio. Con manos temblorosas, el muchacho sostuvo las arrugadas hojas de papel que plasmaban su discurso. Por semanas, había retrasado el inevitable homenaje a su padre.

El acto de sepultura, fue familiar. Nadie ajeno a su pequeña familia, estuvo presente. Sin embargo, aquel tributo era necesario. Elena, la antigua secretaria del presidente de la empresa lo había preparado todo para que fuera la ceremonia más emblemática de los últimos tiempos en Moscú.

Políticos, figuras públicas y todo tipo de personas habían acudido a la masiva conmemoración en homenaje a Nikolai. Era hora de que su hijo, cerrara el acto anunciando el ansiado pacto que había cerrado con su madre. La Junta de Accionistas y él, como Vicepresidente habían llegado a un acuerdo.

«Se iba a casar. Se hija a casar con la hija de Yuri Petrov», decían los titulares más importantes de la región. Se trataría de una boda, que uniría a dos de las familias más pudientes de Moscú.

Con determinación, el joven huérfano caminó hacia el centro del salón y sonrió a todos los presentes. En el auditorio, se hizo una exclamación grupal cuando rompió el discurso que el propio Yuri había elaborado para él. Su padre, donde quiera que estuviera debía sentirse orgulloso de la persona en la que se había convertido.

-Mi padre fue uno de los hombres más grandes que haya conocido. Siempre me enseñó a luchar por mis sueños con perseverancia. Quienes lo conocían sabían de su rectitud, humildad y amor por las buenas causas...-El chico hizo una pausa y frotó sus manos nervioso en el pantalón de su impecable traje negro. Debía llenarse de valor para lo que iba a decir. Su madre, en un cercano asiento negó con la cabeza, advirtiéndole. Sin embargo, el joven estaba decidido-. Por el cariño que le profeso a mi padre, renuncio al conglomerado Volkov y al puesto de presidente.

-¡Viktor!-Gritó furiosa su madre, levantándose de su asiento. El señor Petrov a su lado, la sostuvo por un antebrazo previendo un escándalo.

-Gracias a todos por asistir a esta despedida...-Agradeció el muchacho, para retirarse del anfiteatro. Los flashes de las cámaras lo atacaron desde lejos. Los periodistas intentaron llegar hacia él con invasivas interrogantes. Su escolta personal, evitó cualquier tipo de acercamiento.

En cuanto estuvo fuera del ayuntamiento, un mensaje hizo sonar su teléfono antes de subirse al auto que lo llevaría al areopuerto. Era un mensaje de su venenosa madre. La había ridiculizado, frente a toda Rusia. El chico, eufórico por su victoria apenas prestó atención a la amenaza de aquella víbora despiadada.

«Nunca voy a permitir que te cases con esa chica, Viktor», le había dicho hacía algunos días. Tuvo que haberle creído. Verónica Volkov, nunca perdía.

Un viaje con destino a La Habana (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora