Capítulo 13: Un amor imposible

35 7 27
                                    

Claudia

—Disculpe, señor Volkov... Pero mi nombre es Claudia... Claudia Gómez y soy la nueva asesora de negocios de su padre en Cuba—Le comuniqué, lo más tranquila posible.

Debía ser fuerte. Debía controlarme para no matarlo ahí mismo. Viktor, azorado por aquel inesperado encuentro, se negó a soltar mi mano. Su escolta y asistente personal, Vladmimir 
Kovalenko, el hijo de puta que había irrumpido en mi casa con su grupo de psicópatas armados, colocó su mano en su hombro haciendo presión.

Fue entonces cuando Viktor pareció recobrar la compostura. Comprender que estaba en un salón lleno de personas, atentos a cada uno de sus movimientos.

Estábamos en medio de una presentación sumamente importante. El futuro de nuestra sucursal estaba en sus manos y la firma de un trascendental convenio. Me habían tendido una trampa y yo de tonta, estaba nadando en aguas peligrosas.

—Lo lamento, señorita Gómez... La he confundido con una vieja amiga mía—Se justificó, para luego darme la espalda y saludar con cortesía a los demás ejecutivos.

El señor Kovalenko, continuó mirándome fijamente mientras yo estrechaba su mano. Respiré profundamente, tratando de serenarme y aplacar mis nervios. Si había sobrevivido a su madre, podía hacerle frente a él.

Me senté en el extremo más alejado de la mesa. En una de las puntas principales mientras Viktor hacía lo mismo, observando cada uno de mis movimientos.

—Vamos a empezar con la presentación entonces...—Anuncié de forma profesional para dar paso a la reunión.

En un primer momento, hablaron los ejecutivos y los jefes de las distintas áreas y departamentos. Luego, lo hice yo defendiendo las propuestas que teníamos y las perspectivas futuras.

Viktor se mantuvo en silencio en todo momento, meditando. Al contrario de su asistente, que cada vez que se mostraba en desacuerdo con algún particular o tenía duda con la aplicación de alguna política o línea económica, preguntaba sobre el tema con autoridad.

La reunión se extendió alrededor de 2 horas. Cuando terminamos, invitamos a ambos empresarios a dar un recorrido por las instalaciones de la sucursal. El recorrido fue dirigido por Bruno, quien magníficamente explicó la decisión de instaurar la sede de la sucursal en aquella zona de La Habana y los beneficios de la ubicación geográfica del edificio.

Me detuve a mitad del pasillo, dejando avanzar a la visita y a los trabajadores de la empresa, cuando sentí al teléfono sonar en mi bolsillo con insistencia. Era Angie, quien llamaba. Nuestra llamada se había cortado abruptamente.

Caminé en dirección al pasillo alejándome del grupo, regresando a mi oficina. Debía hablarle de aquel encuentro a alguien y desahogarme con confianza. Iba a empujar la puerta de mi oficina cuando una mano sujetó mi antebrazo y me metió casi a la fuerza en el cubículo.

—¡¿Pero qué mierda?!—Reclamé ante aquel brutal asalto. Cuando levanté la mirada del suelo, recuperándome del altercado, Viktor me sostuvo por ambos antebrazos.

—¿No me conoces?—Murmuró cerca de mi oído, acercándose lentamente a mi rostro. Me mantuve inmóvil, estoica.

El tiempo no había pasado para él. Su rostro se mantenía joven, con una incipiente barba. Estaba aún más guapo, cual modelo de revista. El Adonis por el que toda mujer hubiese perdido la cabeza. Incluso, una miserable y pobre chica como yo.

Los cuentos de hadas, no existían en la vida real. Él no era un príncipe, sino más bien un cruel villano. Hijo de su venenosa madre.

—Lo siento, señor Volkov pero me está confundiendo con alguien...—Le expliqué con toda la calma y paciencia del mundo.

Un viaje con destino a La Habana (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora