27 de marzo de 1625.
Y se escuchó en todo Inglaterra, Irlanda y Escocia. ¡Ha muerto el rey! No sin antes terminar de decir ¡Que viva el nuevo rey! Esa es la vida de la monarquía. No puedes procesar el dolor de perder a tu padre, cuando ya debes de mostrarte sobrio, frío y contenido, ya que tus súbditos dependen de ti para ser guiados. Carlos se levantó de su escritorio después de escuchar que su monarca y padre Jacobo, rey I de Inglaterra, I de Irlanda, VI de Escocia y señor de las Islas. Probablemente, había fallecido a causa de un derrame cerebral. Lo que sí le aseguraron es que su partida fue tranquila y sin sufrimiento.
Sinceramente, sintió el deceso de su padre, aun cuando él siempre volcó todo su afecto en su hijo mayor Enrique. Al recordar a su adorado hermano se sintió decepcionado. No estaba seguro de si podría llenar el lugar que le correspondía. La fiebre tifoidea se lo llevó de este mundo, sin darle oportunidad de que los súbditos terminaran de ver su genialidad.
Una sonrisa se dibujó en su rostro. El niño, que se encontraba enfermo con frecuencia, tenía dificultades para caminar y era tartamudo. Finalmente, terminaría asumiendo el control del reino. Fue irónico que el segundo hijo que creció a la sombra de Enrique por no ser como él. Ahora se apropiaría de un lugar que jamás imaginó ocupar. Estaba seguro de que Dios le había concedido el derecho divino de gobernar y ser el monarca de las tres coronas, las que en ese momento ostentaba.
Como todo rey necesita una reina y así preservar el linaje real. Mandó las cartas necesarias para poder realizar un matrimonio con la infanta María Ana, hija del rey español Felipe III. Ese enlace no llegó a buen puerto, ya que se le pedía que se convirtiera al catolicismo para poder realizar la unión. Cuando regresaban a casa de su viaje al pasar por Francia conoció a Enriqueta María y quedo prendado de ella. En mayo, cuando inauguró el Parlamento, estos se opusieron al enlace real, por el hecho de que se temía que se levantaran las restricciones a los católicos y el protestantismo. La religión oficial de los reinos se podría ver perjudicado. Le presentaron opciones más adecuadas. No accedió, consiguió la aprobación del hermano de Enriqueta, el rey Luis XIII de Francia y terminó por realizar un matrimonio por poderes el 1 de mayo de 1625.
A su regreso el 15 del mismo mes. Visitó el castillo de White, en el ducado de Kildare, tenía planes para mantener las alianzas de Inglaterra, Irlanda y Escocia. También sacaría de su crisálida a la hija de su adorada prima Lauren. Si Christopher no hacía nada para que su retoño de 20 años floreciera, él lo haría y mantendría las cosas bajo control. Era importante enseñarles a sus súbditos quién tenía el poder de sus vidas y sobre las tierras que administraban. No serían capaces de negarse a sus deseos, ya que de eso dependía su situación en la sociedad.
Aidán Mackenzie de Kintail era la mejor opción para que se uniera con la pequeña mariposita.
13 de junio de 1625.
La ceremonia formal del rey Carlos I y Enriqueta Mary de Francia se llevó a cabo en la Iglesia de San Agustín en Canterbury, Kent. La mayoría de las personas de la corte no les fue grato ver a su rey contraer nupcias con una católica, por el hecho de que en 1605 un grupo de católicos intentaron realizar un complot para eliminar la monarquía y el parlamento con la conspiración de la pólvora. Por fortuna, hicieron conocedor de la infamia al rey Jacobo I. El intento de atentado se detuvo antes de que sucediera una catástrofe.
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COMPROMISO TORMENTOSO
Ficción históricaAidán, laird de un castillo, descubre que su padre acordó con el rey que desposará una dama británica, a sabiendas de que él desprecia ese tipo de mujer. Que tan dispuesto estas a someter tu felicidad, con tal de mantener tu honor y propiedades a sa...