19.- Fantasmas del ayer

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Bethany estaba muy molesta, hacía más de un mes que su esposo se marchó. Ni siquiera se despidió. Se sintió robada. Se comportó como un ladrón. Entró en su persona, física y emocionalmente; se llevó su virtud, amor, deseo, decencia y voluntad. Solo dejó la cáscara de una mujer. Ni siquiera se disculpó por haberla acusado de adulterio. Mucho menos le dijo que a partir de ese día ella se encargaría del manejo del castillo. Estaba furiosa. Al parecer se fue con la sin vergüenza de Freya. Los dos desaparecieron por la noche, sin dar explicación aparente de adonde se dirigían.

     Tarisha le dijo que su sobrina se había marchado con el laird. Eso le partió el corazón y la llenó de odio hacia Aidán. «Para que me ha exigido sus derechos de esposo, si me iba a desechar en el momento en que me entregara totalmente a él». Se limpió las lágrimas surgidas por el pensamiento desgarrador. Se juró que no volvería a llorar por él. Que guardaría todo el dolor contenido y lo expulsaría vengándose de él.

     Coel y Nya se convirtieron en sus dos amigas más cercanas y mano derecha. Mary y Rowan partieron dos días después de la desaparición de su esposo. No quiso empañar la felicidad de su prima contándole lo caótica que era su vida. Ahora la única actividad física que realizaba era la de cabalgar a Murtair en compañía de Ginebro.

     Cosas raras le siguieron pasando. En una ocasión casi se quema su recámara. Presuntamente con una vela que dejó encendida en su mesa de noche. Ella recordaba cuando la apagó, pero cabía la duda de que lo hubiera imaginado. De no ser porque despertó asustada debido a que tenía una pesadilla de la muerte de su madre y su hermana. Se hubiera quemado por completo la mesilla y hasta ella misma. Lo que encendió la mecha de sus sospechas. Se debió a que la noche anterior sintió claramente que alguien la empujaba por las escaleras. Gracias a su buen equilibrio y a su rapidez al agarrarse de algo, no había pasado mayor cosa. Corrió buscando a la persona que atentó contra su vida, pero no había nadie.

     Pensaba que posiblemente existía un aliado de Freya, que se quería deshacer de su persona. O quizás eran órdenes de su esposo para eliminarla y dejarle libre el camino; y así poder regularizar la situación con su amante.

     Cansada de todo, se desplazaría a Inglaterra a la coronación de Carlos. Organizó el viaje, ya que tenía el tiempo justo para trasladarse. Sería su última oportunidad, de conmover a su tío y ser libre.

     Asistió a la investidura en la abadía de Westminster. Al rey lo coronaron solo. La reina consorte Enriqueta María había tenido que observar a una distancia discreta la ceremonia, debido a que era de religión católica.

     En el baile de coronación estaba segura de que sí podría abordar a su tío. Se puso un vestido color lavanda que hacía juego con sus ojos. Coel la acompañó como su doncella personal. Le realizó un hermoso y elegante peinado. Se contempló ante el espejo, descubriendo que su apariencia era mejor de lo que se sentía por dentro.

     Mientras caminaba por el salón en busca de su tío. Vio a su esposo elegantemente vestido cuál inglés y colgado de su solapa a una bella rubia que se le pegaba como lapa y le decía cosas al oído. La mujer era hermosa, aun cuando le calculaba que tenía la misma edad que Aidán.

     Él se mantenía recto y parecía enojado. En cuanto se cruzaron sus miradas. Él sonrió y la saludó con una inclinación de cabeza.

     Bethany de tan molesta que estaba no había escuchado al caballero que se encontraba a su lado. El varón se acercó más para hablarle en su oído y captar su interés. Eso hizo que ella se separara de él al instante y le diera su total atención.

     —¿Qué si una dama tan hermosa como usted, le apetecería bailar conmigo esta pieza?

Volvió su mirada a su esposo el cual se veía más interesado en la mujer que tenía a su lado.

COMPROMISO TORMENTOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora