12.- Caisteal dulce hogar

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No pudieron partir hasta el día siguiente. Al que sería su nuevo hogar. Esa noche Bethany se aseguró de cerrar sus aposentos a piedra y lodo. Con eso evitaría la presencia de su esposo.

     Aidán se percató que no podía ingresar a la recámara. No quiso hacer una escena forzando la puerta. Algunos de los invitados continuaban hospedados en el castillo. Decidió ser magnánimo y dejarla salirse con la suya. Solo por esa ocasión.

     Era la madrugada cuando Bethany fue levantada antes de que clareara el día. Se despidió con lágrimas en los ojos de; su padre, Thomas y Red. Afortunadamente, Mary podría ir a vivir con ella. Debido a que ahora era la dueña y señora de un castillo. Por lo tanto, necesitaba de su prima, para que la pudiera seguir instruyendo en los deberes de una dama. De no ser por la petición de Carlos. En estos momentos viajaría sola hacia la que podría convertirse en su tumba. Si no era astuta para librarse de ese matrimonio impuesto. Terminaría loca o muerta.

     Aidán se enterneció viendo el afecto, que su esposa sentía por su padre y hermano. Eso la hacía ante sus ojos. No tan frívola como lo que su experiencia, le decía que sería una dama británica de alta cuna.

     Con los años que tenía a cuestas. No permitiría que un vestigio de ternura. Le hiciera terminar cambiando por completo la concepción del tipo de fémina con la que se había casado. Quizás quisiera a su familia de verdad. Más; sin embargo, él se encontraba muerto y enterrado. El hombre que alguna vez fue. Ya no lo volvería a ser.

     No se dejaría envolver nuevamente por una mujer. Por más hermosa. Inocente. Buena. Que pudiera llegar a parecer a simple vista.

     El camino hacia Eilean Donan se desarrolló sin ningún inconveniente. El sol ya se empezaba a ocultar cuando divisaron el poblado circundante al castillo.

     Aidán paró la marcha. Desmontó su caballo. Se dirigió al carruaje. Hizo bajar a su esposa y la llevó a contemplar la hermosa vista.

     Bethany quedo maravillada con el paisaje. Todavía faltaba mucha distancia del recorrido, pero desde el lugar del que observaban. Pudo ver de primera mano las viviendas de piedra con techos de paja. Las chimeneas se encontraban trabajando. Los pobladores se apreciaban inmersos en sus actividades. Más allá del caserío se erguía imponente su futura morada. Era espectacular la vista. Le pareció como si el castillo flotara entre las aguas que lo envolvían. Tan solo conectado por un camino de piedras con las tierras aledañas.

     Aidán al ver su mirada de admiración. Orgulloso de su morada. Le preguntó.

     —¿Es precioso?, ¿verdad? Te aseguro que no hay edificación más hermosa que esta. Ha sido refugio de muchos. Y es muy difícil que pueda ser invadido, debido al hecho de que se encuentra rodeado por los lagos de Duich, Alsh y Long. También cuenta con cañones para su protección. Yo nací entre las paredes de este lugar. Pase mi niñez aquí al cuidado de mis abuelos. Debido a que mi madre murió presa de la peste negra que asoló nuestras tierras cuando yo solo era un bebé.

     Beth salió de la admiración. Le había molestado que aseverara que no existía castillo tan hermoso como ese. Su molestia se acrecentó al verlo vestido con su indumentaria escocesa. Por poco olvidaba donde y con quién se encontraba.

     —¿Precioso? No lo describiría precisamente así. Con lo que acaba de decir. Me queda claro que no es un hombre de mundo. Ya que cataloga su propiedad como la más bella. Con apenas conocer ¿Qué? 2 o 3 castillos a lo mucho.

     Aidán se sintió herido por el comentario tan mordaz. Sabía que tenía que ser paciente, debido a que con esa mujer pasaría el resto de su vida. La tomó del codo de forma caballerosa. La giró haciéndola que su mirada la dirigiera hacia su rostro.

COMPROMISO TORMENTOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora