Episodio 1

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—señorita Davis— llamó mi atención el doctor— tengo noticias sobre su madre— me aferre al respaldo de aquella silla incómoda— está estable por ahora— deje salir un suspiro de alivio— pero es importante que tenga estos medicamentos—.

Tome entre mis manos aquella hoja y traté de comprender lo que decía pero era imperceptible leerlo.

—¿y son...— trague grueso.

—si, son algo costosos— me dio una mirada de compasión.

—gracias— me puse de pie y entré a la habitación. El seguro no pagaba por completo los medicamentos y la mayoría de ellos los tenía que comprar.

—Madeleine— estiró su brazo para tomar mi mano y la tome.

—hola mamá— la abrace conteniendo mis lágrimas.

—¿hay noticias?— dijo con voz pasiva.

—dijo que estás estable por ahora— me acomode en una silla.

—¿recetó más medicamento?— asentí— llama a tu abuela y pídele—

—no mamá— la interrumpí antes de que terminara aquella frase— conseguiré otro trabajo si es necesario pero a esa señora no le pediré ni un centavo— mencione molesta.

(...)

Empezaba a oscurecer y ya tenía que irme a mi trabajo para iniciar mi jornada laboral.

Trabajaba en un restaurante como mesera, normalmente llegaban personas ebrias y las propinas eran para los meseros así que pagaban muy bien por su estado.

Me puse el mandil e inicié atendiendo algunas mesas. Eran las 8 de la noche y no había tanta gente así que no había prisa.

—Madd— me llamó una compañera— ¿podrías atender a los que acaban de llegar?— asentí y fui a atenderlos.

—buenas noches, mi nombre es Madeleine seré su mesera esta noche— me presente con una sonrisa.

—buenas noches, deje la carta y traiga una botella de vino y dos copas— ordenó el más joven, cabello castaño y ojos verdes, vestido con un traje sastre al igual que su acompañante.

Me retire y pedí la botella de vino y las copas, me dirigí nuevamente a su mesa.

—ya se que debo conseguir una esposa pero es difícil conseguirla con mis estándares, debe parecer la esposa perfecta— escuchaba mientras servía las copas del vino.

—¿qué te parecieron las candidatas de hoy?— el señor movía la copa de un lado a otro.

—la primera sólo era una cara bonita y la segunda no podía terminar una oración— sonrió falsamente.

—¿ya saben que ordenaran?— saque mi pequeña libreta.

—una pasta estilo italiana— ordenó el señor.

—ensalada de tomates y pepino, sin aderezo— ordenó el de ojos verdes.

—enseguida se las traigo— les di una sonrisa y me retire— una pasta italiana y una ensalada de tomate y pepino— ordene a la cocina.

—enseguida— gritaron.

—los hubiera atendido yo— comentó Izzy mordiéndose el labio.

—prudencia amiga— reí. Admito que si está muy guapo.

—¿de qué tanto hablarán?— indagaba acerca de los caballeros.

—escuché que el más joven debía casarse ya— comenté limpiando la barra para disimular.

Matrimonio por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora