Episodio 34

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Pasaron algunos días, no podía irme de luna de miel sin resolver algunos asuntos de la empresa.

—buenos días— dije entrando a recepción con una enorme sonrisa.

—buenos días señor Gallagher, felicidades por su boda— sonreí en modo de agradecimiento de la recepcionista Marta.

—felicidades señor Gallagher— mencionaban algunos trabajadores y agradecía con una enorme sonrisa.

Llegue a mi oficina y Mavis estaba en su lugar— buenos días señor Gallagher— sonrió como siempre, forzosamente.

—en unos minutos entra a mi oficina, hay que discutir algunos puntos antes de mi luna de miel— no espere respuesta y camine a mi oficina.

—señor Gall... Aidan— decía rápidamente Mavis pero ya quería terminar todo rápido.

Abrí la puerta de mi oficina encontrándome a alguien sentado en mi asiento.

—hola querido sobrino— sonrió mi tío Fred.

—tío, no esperaba verlo aquí— observe a Mavis quien solo se encogía de hombros.
Me acerque a mi asiento dándole una sonrisa a mi tío.

—solo la estaba probando... tu padre usaba esa misma silla— se levantó y se sentó delante del escritorio.

Ya por fin pude sentarme— así es, aún lo recuerdo sentado aquí con su mirada siempre fija en documentos o laptop— sonreí frunciendo un poco los labios.

Sonrió mi tío ligeramente— fue una hermosa boda— soltó una risa dramática.

—lo fue— sonreí.

—en especial cuando saliste de la boda, no podías casarte sin amor, ¿verdad?— se recargaba en el respaldo del sofá.

—¿qué te hace pensar que fue por eso que salí corriendo de mi boda?— me acerque más al escritorio poniendo mis manos arriba de este.

—Aidan, se que la querida Madeleine solo se casó contigo por el testamento que dejó tu padre, él deseaba que te casaras por amor y no por conveniencia— soltaba una risa, comencé a frustrarme— además que Madeleine es muy bonita pero parece que es más por conveniencia suya que tuya— soltó una risa más fuerte.

Sin previo aviso, lo golpee en su rostro con furia y coraje.

—no te permitiré que le faltes el respeto a mi esposa— había caído del asiento y se reía.

—mira niño, yo estuve con tu padre desde que fundó la empresa, es mi deber estar—

—tu deber es guardar silencio, sino quieres que te quite tus acciones de la empresa y te quedes en la ruina— dije autoritario y firme.

No dijo nada más y salió de la oficina limpiando su boca ya que tenía sangre.

Suspire y me volví a sentar en la silla que era de mi padre.

(...)

Regrese al departamento, estaba agotado, con muchos sentimientos encontrados, solo quería descansar.

—hola mi esposo— sentí sus manos alrededor de mis hombros y sonreí.

—hola mi esposa— sentí como se sentaba a mi lado en el sofá.

Madeleine no decía nada solo me miraba con una sonrisa mientras yo estaba recargado en el sofá mirándola.

—no fue un buen día ¿cierto?— reí por la nariz.

—mi tío Fred fue a la oficina y... habló sobre que nos habíamos casado por conveniencia— suspiré y observé el techo un momento.

—y no se equivoca, pero lo que él no piensa es que nos amamos ahora— se recargó en el sofá también y miraba el techo conmigo.

Matrimonio por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora