Sabrina Carpenter

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Suspira.

Luego del llamado por él su abuelo, toda la familia Dash, estaba reunida en la gran sala lujosa de la mansión. La familia de Atena era una de las más, respetadas y ricas de todo la ciudad de Montenaro, no habia dia que no hablaran de la familia. Siempre eran el centro de atención para el ojo público.

—Ya pueden decir para que es esta reunión.

Atena se senté en el único espacio que había en el sofá, era al lado de nada más y nada menos que de Sabrina. La rubia la miro unos segundos y se movió un poco para que Atena se sentará.

La casa de los Dash, impasible y grandiosa, se alzaba en el corazón de la ciudad como un monumento a la prosperidad y la influencia de una de las familias más emblemáticas. Pero dentro, lo que podría haber sido un mero encuentro familiar se convirtió en reunión de trascendental importancia, citada por el viejo patriarca, el abuelo de Atena, cuyas razones para convocar a todos permanecían veladas en misterio.

—¿Atena tu sabes algo?— todos giraron a la chica de cabello negro y ojos verdes intenso— Tú fuiste la que nos llamo.

—Tú tío tiene razón hija, mínimo debemos saber que pasa.

Atena suspira.

—No lo se madre, mi abuelo solo pidió que reúna a toda la familia.

Todos estaban en una charla tranquila sin saber porqué él patriarca de la familia los había citado a todos. Sabrina se sentía incomoda, no solo por el ambiente de la familia Dash, si no porque tenia a su lado a Atena y sus brazos rosaban debes en cuando. Aunque que Sabrina estuviera con casada con el hermano de Atena, no dejaba de pensar en la chica de ojos cafés miel, en su cabeza pasaba por miles de preguntas, porqué no la había visto en un largo tiempo y ahora Atena se veía diferente a como era antes.

Por otro lado Atena evito la mirada de esa chica con azules que tanto amaba pero que al final se convirtió en su cuñada y esposa de su hermano. Por eso decidio matener distancia absoluta.

—Papá ya nos dirás porque nos reuniste a todos nosotros— Atena miro a su tío unos segundos mientras su abuelo dio un sorbo a la copa de vino— No entiendo porque tanto misterio.

—Porque la prisa hijo.

—No es prisa papá, pero sabes que yo no dispongo de tiempo, tengo una partida de cartas en el club en unas horas.

Atena negó escuchando a su mamá.

—Papá, si querías hablar con nosotros solo nos hubieras llamado.

Atena pensaba que clase de tíos tenían, como podía tener otras prioridades que estar con el abuelo.

—Con cuerdo con mi hermano— el abuelo los mira a todos a sus hijos— Si querías una cena, solo hubieras llamado a tus nietos papá.

La tensión se quebró cuando el abuelo se puso de pie. Su figura, aunque encorvada por los años, era imponente. La voz que una vez dictó el rumbo del imperio Dash resonó con una firmeza que derribó la tranquilidad de la sala.

—Ya no más— declaró, sus palabras tan definitivas como las sentencias de un juez— No más dinero, no más lujos.

—Pero que dices papá.

El comedor se sumió en un silencio cargado antes de estallar en la vehemencia del caos.

—Ya veo que tienen otras prioridades, que tener una cena en familia— comenzó— Y como veo que todos aquí tienen prisa iré directo al grano. Desde hoy no recibiran mas dinero de mi parte, a ni uno les daré, porque solo derrochaban el dinero en cosas innesarias como viajes, restaurantes, ropas, club, compras, fiestas por parte de ambos mis hijos y mis nietos.

ONE-SHOT DE FAMOSAS - II (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora