Megan Fox

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NARRADOR

—¿Quién eres?

Silencio...

No respondió. Simplemente sonrió con malicia. La noche reinaba dominante en el cielo.

—¿Qué quién mierda eres?

—No debería hablar de esa forma padrecito... se supone que es un sacerdote.

—No sé quién seas, pero por favor vete de mi casa.

—Huele a diablo suelto ¿no?— dice con una sonrisa divertida— Es una noche perfecta para cazar, es la hora donde los cazadores cazan a sus presas.

Trago saliva.

Tenía miedo en sus ojos se podía ver el miedo que le recorría todo el cuerpo.

—¿Cómo entraste a mi casa?

—Pues por la puerta, acaso no es obvio. Mira lo que me encontré en Facebook sobre ti, aquí dice que es un hombre noble, respetable y un admirable sacerdote para esta comunidad que ha logrado muchos milagros para jóvenes sin hogar— dice entre dientes— Wow me conmovieron todo lo que dicen te di ¿eh? Es una lástima que no sepan quién eres en realidad. Quien diría que le servirías al señor todo poderoso ¿para qué? Querías limpiar tu alma de todos tus pecados más oscuros...

—Lo digo por las buenas— advierte— No sé quién seas, ni cómo entraste, pero te pido que te vayas de mi casa. Sal de aquí si no quieres que le llame a la policía.

—A pesar de los años aun no cambiaste.

Solo lo observo desde donde estaba, mientras disfrutaba de comer su manzana mientras sonría al ver al hombre temblar del miedo. Sin decir nada más se levantó de su asiento y camino lentamente, mientras miraba el palo de bate que estaba en la pared como un adornó. Lo tomo bajo la atenta mirada del hombre que cada vez se ponía nervioso.

—¿Qué es lo que vas a ser con eso?

Camino con el bate unos pasos más hasta quedar atrás del hombre que estaba que temblaba del miedo. Justo cuando estaba por darse la vuelta lo golpeó con fuerza en la cabeza con el bate, dejándolo indefenso. Ni siquiera había visto bien a su atacante cuando recibió el siguiente golpe y cayó con fuerza al perder el equilibrio al piso.

—Llegó la hora de la caería.

Sabía que había llegado su hora, pero quiso hacer el último esfuerzo que tenía cuando vio las escaleras. Subió lo más rápido que podía, en el camino busco su celular por sus bolsillos del pantalón, pero no los encontró por ningún lado.

—Ya no hay donde esconderse— dice caminado con tranquilidad mientras el tipo caminaba como podía para que no lo alcanzará.

—Para con esto.

—Puedes correr, pero no esconderte Bill.

Se ríe con diversión.

—¿Ahora si tienes miedo?— lo mira amenazante— Así te quería ver, que rogaras por tu vida.

—¡No hagas esto, llamaré a la policía!— anunció.

—Eso está por verse. Sabes muy bien quien soy yo.

El golpe lo tenía aturdido que no podía distinguir bien la voz de la otra persona. Maldecía por dentro una y mil veces en haberse quedado solo en casa ese día. Corría por toda la casa buscando una salida, pero no podía ver casi nada por la oscuridad de la casa.

—Mierda, mierda— exclamó al resbalarse y doblarse el tobillo.

Escuchó pasos correr hacia él y cómo pudo se levantó para entrar al primer pasillo que encontró, respiro profundo al ver donde estaba, estaba en la azotea del segundo piso, era un lugar perfecto morir.

ONE-SHOT DE FAMOSAS - II (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora