Amalia de Orange

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MERARY

Tener una herida es complicado. Lo peor es limpiarla y aplicar una nueva gasa, porque duele como el infierno. Pero no tenía otra opción; estaba sola. No había nadie que viniera a ayudarme. ¿Qué esperaba, Merary? Ya era tarde para que alguien viniera en mi auxilio. Además, no quería molestar a nadie. Todos en la casa estaban durmiendo, mientras yo soportaba este dolor inmenso. Nadie se preocuparía por mí. ¿Quién más se preocuparía?

—Hola... — levanté la mirada hacia la puerta y me encontré con Amalia.

—Em... hola.

Su mirada se posó en lo que estaba haciendo: curándome la herida.

—Déjame ayudarte.

—No hace falta.

—Solo déjame ayudarte.

—No.

—Sí, déjame ayudarte.

—Duele mucho.

Hice una mueca de dolor.

—¿Sí? — asentí con otra mueca — Después de esto, te daré uno de los analgésicos para que no te duela.

—Esta bien.

—No debiste enfrentarte a esos tipos tú sola.

—Bueno, si no hacía nada, ellos te habrían lastimado — murmuró con dolor —. No podía permitir que eso pasara. Sé que al principio parecíamos perros y gatos, pero no pienso dejar que nada malo te pase.

—¿Eso implica que te maten o qué?

—No importa. Daría mi vida por quién sea.

Amalia me miró fijamente.

—Aunque no entiendo, ¿qué quieren esos tipos contigo? — se tensó — Eres una chica como nosotras, normal, que estudia una carrera. Aunque me pareció escuchar que te llamaron por tu nombre.

—Seguro solo me confundieron con otra Amalia — respondió con su acento holandés.

Fruncí el ceño.

Ella empezó a limpiar mi herida con delicadeza para no ejercer presión y que me doliera.

La observó fijamente, pero algo no cuadraba. Si alguien quisiera atacar o secuestrar a alguien, es porque ya conoce a esa persona.

Y hay algo en Amalia que todavía no me cuadra.

Me pasa desde el primer día que la conocí.

—Qué lástima que tu novia no esté aquí cuidándote, ¿eh? — la miré mientras ella seguía limpiando la herida en mi abdomen— Bueno, suerte que vine yo. ¿Será que necesitas tener dos novias?

—No, con una basta.

Amalia sonrió levemente.

Esa sonrisa que me encanta.

—Me pregunto si la próxima vez que pase, dejarás que el Ken falso se meta donde no lo llaman o me acusas de ladrona, o quizás todo lo que me dijiste sea mentira.

—Todo lo que dije es verdad, Merary — tragué saliva pesadamente, viendo a la rubia con sus ojos azules — Lo que siento por ti es verdadero. Me enamoré sin darme cuenta. Es tarde ahora, pero tampoco me voy a perder la oportunidad de conquistar tu corazón. Y sí, puedo acusarte de ladrona, porque me robaste el corazón desde el primer día que nos tropezamos en la cocina...

Me dio un vaso con agua y el analgésico. Sin protestar, me lo tomé.

Fruncí el ceño al verla acomodarse a mi lado.

ONE-SHOT DE FAMOSAS - II (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora