Sofia de Borbón

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ADRIANA

Suspiro.

Estaba en una de las tantas cafeterías que había en Madrid, tomándome un café mientras miraba el gran ventanal, donde se tenía una vista perfecta de la calle, se podía ver lo desierta que estaba, no había casi nadie, seguro era porque era de noche y ya casi marcaban las diez y quince de la noche. Miro mi móvil por quinta vez, esperando la llamada de Sofia.

Ambas habíamos salió de la casa real con porque la chica necesitaba ver a su novio, se llama Gabriel el tío con el que ella salía. Leonor sabía que la infanta Sofia tenía una relación clandestina con un chico que no era agrado de la familia real por la mala fama que tenía por mucho que viniera de buena familia, manipulador, grosero, problemático, rebelde, por eso es que los reyes no estaban nada contentos con que su hija se relacionará con un chico como él, incluso le prohibieron a Sofia de terminar cualquier relación que tenga con él.

¿Qué creen?

Sofia es terca como la mula, le encanta desafiar a sus padres, ella no hizo caso y siguió saliendo con él, pero a escondidas. Desde un inicio me he preguntado qué fue lo que Sofia le vio a este chico.

Miro el reloj y marcaban, las diez y cuarenta minutos, será que hice bien en dejarla a solas con ese idiota, aunque la casa queda a siete cuadras de donde estoy. Miró por encima de mi hombro a los de seguridad, aún seguía afuera esperándonos, pero... mis pensamientos fueron interrumpidos por una llamada, con solo ver el nombre de Sofia contestó rápidamente.

—¿Sofia?

Adriana...

Fruncí el ceño.

Me parecieron esos sollozos, note que algo raro estaba pasando con solo oír su voz.

—¿Pasa algo Sofia? ¿porque lloras?

Sofia no paraba de llorar y apenas se le entendía a lo que me estaba diciendo....

Puedes venir por mí, te necesito.

—¿Paso algo?

Puedes venir... por favor.

Esas palabras fueron suficientes para que reaccionará rápido y saliera de la cafetería no sin antes pagarle por el café que tome. Y sin que los de seguridad me vean salí corriendo por la puerta de atrás, lo bueno era que estaba en unas mesas aisladas.

—Ya te llegó Sofí...

Corrí hacia el apartamento donde estaba Sofia, corrí y corrí sin importarme nada, corrí como si no hubiera un mañana, lo único que me importaba era pensar que Sofia estuviera bien. En menos de minutos había llegado al apartamento entró al edificio rápido, él portero no me detuvo porque ya me conocía por las visitas que, según él, yo le hago al novio de Sofia, busque con la mirada a la rubia y la encontré. Estaba con gafas, sudadera negra y una gorra si estaba así era porque no quería que nadie tomará fotografías.

—Cariño aquí estoy— susurre acercándome— Ya no estés llorando que no me gusta verte así.

Sofia levantó la mirada y lo único que pudo hacer es abrazarme fuerte, no entendía nada, por ahora solo la abrace.

—Adriana...— dijo con un nudo en la garganta.

—¿Porque lloras cariño?

Con delicadeza le limpié las lágrimas mientras la miraba como si fuera lo más hermoso que existiera este mundo, Sofia era muy linda, era más hermosa que había en todo el mundo, incluso no necesito compararla con nadie, sabiendo la respuesta.

—Una chica tan linda como tú no debería estar llorando— dije de manera suave— Tienes que sonreír y mostrar esa sonrisa hermosa que tienes ¿eh? No dejes de brillar por cosas que se pueden arreglar.

ONE-SHOT DE FAMOSAS - II (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora