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꒰★+꒱𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐔𝐋*ੈ✩‧₊˚
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𝐀 𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐔𝐆𝐀𝐃𝐀. Un agudo dolor en el ojo derecho despertó a Ethan de golpe. Se levantó de la cama, la mano presionando su ojo dolorido mientras se dirigía al baño de la habitación. La luz cruda del baño inundó la habitación, iluminando la figura desaliñada de Ethan frente al espejo.
Lentamente, apartó la mano del ojo y abrió el párpado con cautela. Una oleada de sorpresa lo recorrió al observar que la estrella ya no era blanca. Ahora brillaba con un rojo intenso, como un ascua ardiente, y Ethan podía sentir un calor abrasador que emanaba de ella.
Sin perder tiempo, se vistió a toda prisa, tratando de ocultar su ojo con un mechón de cabello. Tenía que volver con Lucifer. Él era el único que sabría qué le estaba pasando.
A mitad de camino, Ethan sintió una presencia detrás de él. Se detuvo y, con seguridad, sabiendo de quién se trataba, se giró.
—Alastor, ¿qué haces despierto?—Preguntó Ethan con una ceja levantada, su voz apenas un susurro en la quietud de la noche.
—Eso debería preguntar yo, Querido—El demonio con una sonrisa pícara. Sus pasos son elegantes y calmados mientras se acerca al más alto, su mirada penetrante clavada en los ojos de Ethan—¿Ya te vas?
—Sí, tengo un asunto que resolver—Responde tratando de disimular el dolor que pugna por salir desde su ojo derecho—¿Podrías decirle a Charlie que me tuve que ir?
—Claro, te haré ese pequeño favor—Accede Alastor, con una sonrisa burlona que no pasa desapercibida para Ethan—Pero antes, dime, ¿qué te ocurre? Te ves un poco... demacrado.
—No es nada, te lo agradezco—Miente Ethan, posando su mano en la mejilla del demonio, esbozando una sonrisa—Adiós, Alastor.
—Adiós, Querido.
Alastor observó en silencio cómo Ethan se alejaba por el oscuro pasillo, su figura se difuminaba gradualmente en la penumbra. Al girar sobre sí mismo y dirigirse de regreso a su habitación, la maldita sensación de vulnerabilidad resurgió con más fuerza.