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꒰★+꒱𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐔𝐋*ੈ✩‧₊˚
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𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐄𝐑𝐀 𝐀𝐆𝐑𝐀𝐃𝐀𝐁𝐋𝐄. El cielo, un lienzo negro tachonado de diamantes celestes, brillaba con intensidad sobre la ciudad. En la sala de una enorme mansión, ubicada en un cerro que dominaba la vista urbana, un joven revisaba con desgana los últimos informes de su empresa.
Las noticias eran excelentes, las ganancias aumentaban sin parar. No había de qué preocuparse. Dejó su móvil a un lado y dirigió su mirada hacia el enorme ventanal, contemplando la ciudad iluminada.
El aburrimiento lo corroía. Últimamente, nada parecía entretenerlo. Incluso la idea de salir a cazar una alma desamparada, su usual pasatiempo, le resultaba tediosa.
Había pasado la maldita semana "jugando" para matar el tiempo, pero la sangre derramada ya era demasiada. Además, la molesta presencia del FBI husmeando en busca del responsable de los homicidios no era nada agradable.
Al principio, eliminar a los policías había sido fácil. Sin embargo, la cosa se había complicado con la llegada de esos agentes federales, meticulosos y obstinados.
Sí, tal vez había ido demasiado lejos al volar un pueblo entero con sus habitantes. Pero, seamos sinceros, ese pueblo insignificante no importaba en absoluto. Los federales eran un fastidio, pero no había por qué estresarse. Tal vez unas vacaciones serían buena idea.
Mientras disfrutaba del silencio de su hogar, una extraña sensación lo invadió: una presencia invisible lo observaba desde algún lugar de la sala. Su mano se deslizó por el costado del sillón, buscando el arma. Disparó a ciegas en dirección a la presencia.
El estruendo del disparo retumbó en la sala, resonando en las paredes.
El joven se quedó en silencio, con la mirada fija en la zona donde había disparado, ahora sumida en una oscuridad más profunda que el resto del salón. Levantó el arma, apuntando hacia las tinieblas, mientras escuchaba como unos pasos se detenían a pocos metros de él y unos penetrantes ojos rojizos emergían de la oscuridad.