20- Está vez no daré un paso atrás

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Berli Adams

Después del estreno de mis fotos todo fue una locura en la Universidad, Ashley estaba rabiosa, Tara no paraba de saltar de la felicidad conmigo y pase de ser la chica rellenita invisible a la que desconocidos invitaban a salir o incluso sonreían. Por suerte la graduación estaba a la vuelta de la esquina, y no sé si era peor el bullying de antes o la atención de ahora.

Algo que si me tenía con un sabor amargo era la indiferencia de Alex, a penas nos veíamos después de la primera sesión de fotos de el recuerdo de su mirada hace que mi estúpido corazón se acelere así como otras partes de mi cuerpo.

Pero me niego a ir ahí, ya pronto se acaba el contrato, los días pasaran rápido. Y solo queda dos audiencias más para ganarle a su madrastra.

Me estoy arreglando para ir llevar a Tara a su visita al Obstetra cuando suena mi móvil con el número de mis padres.

Un tiembre, dos, la canción que tengo como tono ya va en el coro cuando decido darle a contestar.

- Berliii - la voz cantarina de mi madre me recibe y tengo que apartar un poco el móvil de mi oído por seguridad de mi tímpano.

- ¿Yo también te extraño mamá como va todo en el restaurante?

- Ahí hija, pero no te llamé para hablar de eso. Pues mira mañana tú padre tiene que ir a la ciudad que te parece si te visitamos en tú nueva casa.

Mañana me atragantó de los nervios de pensar a mis padres en la mansión y si les digo que no vengan va a ser peor. No sé cómo reaccionara Alex con mis padres ahí, ya que no les tiene muy buen concepto ni a mis abuelos.

- Mamá es que mañana tengo una sección de fotos...

- Aún mejor, te vamos a buscar al trabajo- suelta animada empeorando mis nervios.

- No, no, digo cuando lleguen han de estar cansados, le diré a Alex para que mandé al chófer a recogerlos.

- Oíste eso Rey, la niña tiene hasta chófer personal y es ya una top model- chilla emocionada y puedo escuchar el resoplido de mi padre al otro lado de la línea.

Muerdo mis labios para no hablar más, mientras mi cabeza da una y mil vueltas en cómo decírselo a Alex.

Termino la llamada con mi madre y me pasó parte de la mañana en una lucha de armarme valor hasta que subo en el ascensor hasta su piso en la hora de almuerzo en el área de Diseño, por lo que muy pocos notan mi ausencia.

- Buenas tardes- saludo a la asistente de Alex cuando ya estoy cerca de su puerta con el corazón a mil y las manos sudandome.

Quizás me ignore como todos estos días y ni si quiera me mire a la cara o quién sabe, últimamente su humor es como el del ogro de las cavernas.

- Buenas tardes, dame un segundo - me pide la mujer frente a mi atendiendo el intercomunicador el cuál en seguida suena la voz gruñona del jefe.

Y si tenía alguna duda de que su humor seguía siendo negro e inexplicable ahora mismo no me quedaba ninguna.

Estoy considerando la idea de irme por dónde mismo vine, pero la cuestión de mis padres y Alex en la misma ecuación podría hacer explorar la mansión de solo pensarlo.

- señor ya lo tengo listo- responde la pobre mujer que se pone roja al tenerme de frente.

Pobrecita la considero.

- Por cierto señor aquí está...-

- ¡Dije que no quiero ver a nadie!- gruñe haciendo estremecer a la mujer y a mi me da rabia, paso de la lástima a la ira.

Es un imbécil, gruñón, cómo puede tratar así a sus empleados.

- Lo siento señorita Adams- se disculpa ella y niego decidida a avanzar antes de que ella termine de hablar directo hacia la puerta incluso antes de que sus tacones puedan detenerme.

Abro y lo encuentro muy campante detrás de su escritorio como el típico robot empresario, tan perfecto que me produce escalofríos y más cuando sus ojos caen en los míos sorprendidos y aprieta la mandíbula.

- Señorita, oh señor lo siento mucho- se disculpa la pobre secretaria que intenta tomarme por el brazo pero niego.

- Déjanos solos- Alex interviene y la mujer asiente cerrando la puerta.

Por lo que me centro en lo principal y tomo mi rabia caminando directo hacia él y cruzando el escritorio hasta estar frente a su silla giratoria que pone de lado, intenta levantarse pero lo impido con mi índice en su pecho.

- ¿Esa es la manera de tratar a una persona? Te crees tanto, puedes tener millones de cero, una empresa, ser el mejor diseñador, pero la humanidad. Esas personas son humanos no robots, tienen sentimientos y no merecen ser tratados así y muchos menos ignorados, qué seas guapo, sexy, perfecto no te da derecho....

Me interrumpo en mi propia diarrea verbal de ira porque la última parte estubo de más y más por la media sonrisa que se asoma en su comisura labial lo sé perfectamente.

- Olvida lo de guapo y todo lo demás eres un ogro idiota...- mis palabras mueren cuando me jala con una de sus grandes manos hacia su escritorio y se inclina sobre mí tirando todos los papeles que tiene encima del costoso cristal que no sé si resistirá mi peso o el de los dos.

- ¿Qué.. haces?- tartamudeo-

- Silenciandote - responde simplemente y no sé qué más ganas me dan, si golpearlo o atraerlo hacia mi boca y besarlo como si no hubiera un mañana.

Pasar mis manos por su pelo, su cuerpo bajo ese traje. Mi cuerpo se estremece solo con imaginarlo y mis bragas son un desastre con toda esta adrenalina.

- No creo que funcione - reclamo cruzando mis manos debajo de mi pecho como una barrera entre los dos y para verme más fuerte.

- Conozco otras maneras que funcionarían perfectamente - declara dejándome sin aliento pero a la vez no quiero seder.

Este ilo y está tensión la he extrañado tanto en estos días, que me hacen sentir viva por más que asusta.

- Y que me vuelvas a ignorar nuevamente por un mes, o quien sabe te heches atrás como un cobarde- suelto sin poder contenerme.

- Créeme que está vez no daré un paso atrás, pero quiero asegurarme que estés preparada cuando te haga mía.- dirige una de sus grandes manos a mi pulso y al escote de mi blusa haciendo que mis manos caigan. Cierro los ojos obligandome a respirar, mientras proceso su última palabra y lo que vine a hacer aquí.

- No gracias - es todo lo que digo e intento apartarlo cuando abro mis ojos.

Pero ya es demasiado tarde porque reclama mi boca en un beso que me devuelve el alma después de tantos días, es como una adicción que no se controla y te consume.

Y asusta tanto porque ya sabes que eres adicta pase lo que pase.




Curvas PerfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora