14- ¿Qué me estás haciendo?

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Berli Adams

Después de cenar con Tara en mi habitación y ponernos al día en nuestra noche chicas vienen las preguntas a las que le he estado huyendo desde que estamos solas.

- ¿Entonces tú y Alex?- mi amiga hace señas con sus dedos haciéndome sonrojar y lanzarle una almohada.

- No hay nada- niego riendo un poco por sus caras.

Al menos me alegro que mi vida la aparte un poco de sus problemas, que ahora mismo son grandes.

- Sí, como no- rueda los ojos- Como si hace una hora no los hubiera atrapado casi folla...

Antes de que diga la palabra la golpeó con mi almohada iniciando una guerra que nos hace reír y caer en mi cama, y Tara aprovecha mi punto débil por las cosquillas, haciendo que se me escape un resoplido y a penas puedo respirar de tanto reír.

- Basta- suplico entre risas.

- Rindete y cuéntame toda la verdad- amenaza divertida.

Y hago una seña de paz, sintiendo alivio cuando aleja sus manos de mis costillas y me puedo sentar con un suspiro ante su atenta mirada.

- Bueno - divagó soltando aire y volviendolo a tomar antes de hablar- No se lo que pasa vale.- suelto rendida.

Y es la más pura verdad, estoy tan confundida.

- ¿En serio?. Explícate mejor.

- Está bien, como lo digo. Haber Alex es un tilín complicado- señaló con mis dedos haciendola reír y yo también me sumo para continuar con mi pésima explicación- Me provoca mucho, me atrae, me encanta, nunca nadie me ha besado como él, y no es que tenga con que comparar- rio nerviosa- Y está tan bueno.

Cierro los ojos recordando el beso y todo en general, su cercanía, su posesividad.

- Hay Berli- Tara toma una de mis manos y me da una mirada más seria- Me preocupa que este juego te lastimé, ese hombre definitivamente te gusta.

Sus últimas palabras son como un golpe para mí interior y cobran tanta fuerza, que me niego a que sea real. Porque ella tiene toda la razón, esto es solo un juego, un trato. Solo soy un trato para Alex.

Entonces vienen a mi sus últimas palabras de "Soy tú jefe", y es como si todo lo positivo se fuera.

Pero aún así esa noche durmiendo más tarde con Tara a penas puedo cerrar un ojo, ya que mi mente está con él. Una y otra vez en lo que está pasando.

Debería hablar con él, es lo que una parte de mí quiere. Otra solo desea ignorar y provocarlo. Seguir su juego.

Doy tantas vueltas que siento sed y me obligó a levantarme silenciosamente para no despertar a Tara.

La mansión parece decierta y compruebo mi teléfono para ver con horror que son las 3 AM.

Todos duermen, por suerte la luz del pasillo está iluminada. Y me permite bajar las escaleras. Agradezco a tener mi pillama larga con mis clásicas abejitas que amo y su tela que me cubre del frío. Es increíble que halla frío en la mansión. Me preguntó si Alex llegó anoche mientras miro hacia arriba a la tercera planta. Su coche a penas lo sentí.

A parto esos pensamientos y sigo mi camino hacia la cocina.

Agua Berlí, necesitamos agua para dormir y quizás un sándwich.

Con jamón, mayonesa.

Se me hace un poco la boca agua al imaginarlo.

Estoy llegando a la cocina, apurando mis pasos cuando escucho un ruido en la sala y un gemido de mujer.

¿Qué demonios?

Me quedo estática y cubro mi boca temiendo hasta respirar, con los latidos de mi corazón a mil.

Podría ser un ladrón o una ladrona.

- Ah sí Alex- chilla la misma voz como gata en celo.

Y eso de ladrón queda completamente descartado cuando me asomo y veo una escena que hace que se me acumulen entre rabia, asco, ira, tristeza.

Quisiera ir allí y golpear a la perra chillona que está debajo de él en el salón, en el sofá, mientras el cubre su boca y continúa con su cara enterrada en su cuello. La misma boca que antes me beso a mi.

Pero en cambio me quedo allí, odiando a Alex Hamilton con todo mi corazón y negandome a mi misma que una persona así pueda llegar a gustarme.

No puedo ser tan estúpida.

Obligo a mis pies a regresar a la cocina, a tomar mi vaso de agua sin la menor delicadeza posible con mis manos temblando lo cual provoca que este se me resbale de las manos cayendo en un completo desastre en mis pies.

- Maldición - gruño agachandome para recoger los vidreos rotos. Momento en el cual una voz borracha me hace sobresaltarme.

- ¿Necesitas ayuda?- Alex se encuentra en la puerta de la cocina apoyado a duras penas contra el marco luciendo como un completo desastre peor que estos vidreos, sus ojos rojos, pelo despeinado , así como su ropa, pero lo que me hace apartar la mirada es la cabeza rubia que se cuela a su lado con un puchero.

- No me dejes así cariño-

Cierro los ojos evitando gritar por dentro y contando hasta mil. Casi parece un clon de Ashley perfecta, delgada, definitivamente el tipo de Álex.

- Dije que te fueras Tamy- gruñe este último.

- No me llamo Tamy te lo he dicho mil veces- ronronea la barbie falsa.

Y ojalá no tuviera que presenciar está pequeña discusión de sea lo que sea. Por lo que me apresuró a recoger los vidreos, ignorando el ardor cuando uno de ellos me corta y me sale sangre  del dedo meñique como una cascada.

- Me da igual vete- le grita Alex empujandola, haciendo que al final se rinda y se aleje con sus tacones dando un portazo en la puerta principal de la mansión. Mientras tanto Alex  aparece agachado junto a mi tambaleándose al punto que lo tengo que sostener para que no termine sobre los vidreos, aunque es lo mínimo que se merece.

Por imbécil

Y muchas cosas más que mi conciencia tiene ahora mismo contra él.

- No necesito tú ayuda- digo cortante para levantarme cuando terminó de botar lo roto con mi mano sana, justo cuando Alex me toma el dedo con sangre entre sus dedos y lo lleva a su boca aún cuando me resisto.

Su lengua lo acoge tan delicadamente que se me escapa un jadeo de sorpresa.

Pero a la vez estoy rabiosa.

Es algo contradictorio.

La ira se disipa en un momento para darle paso al deseo y visciversa.

- ¿Qué me estás haciendo Berli?- parece atormentado cuando pronuncia estás palabras, tan perdido como un niño y luego ríe. Para luego tirarse hacia atrás hacia la isla de la cocina y cerrar sus ojos.

Y se en lo más profundo de mi que mañana quizás ni se acuerde de esto.

Llamo a uno de los guardias para que me ayude a llevarlo hacia su habitación y me tiene tan confundida cuando de sus labios solo sale mi nombre.

La pregunta realmente aquí es qué me estás haciendo tú.










Curvas PerfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora