Berli Adams
Todo paso muy rápido que me quedé un momento en shock y en mi cabeza se reproduce el momento exacto en qué Alex alejo a Lorenzo de mí. Nunca he sido una chica amante de la violencia, quizás a Tara esto le parezca romántico o no sé. No puedo ir ahí, solo es un contrato y Alex es mi jefe, aunque no tengo ni idea por qué reaccionó así.
Y Lorenzo también, para él esto era como un juego, no sé si sus intenciones claras eran besarme o provocar a Alex por la manera en que contó, hasta que el intervino.
El italiano le gustaba jugar rudo. Lo que más me impacto entre mi estado de shock y detener a Alex de su nuevo ataque de violencia, fue la declaración de este último, de que soy suya.
"Ella es mía"
"Mi Esposa"
"Mi Empresa"
El timbre ronco de su voz se reproduce una y otra vez, según entramos acelerando mi pobre corazón con miles de preguntas.
- ¿Estás bien?- la voz de Alex me trae a la realidad cuando nos detenemos en la sala de la mansión.
Sus ojos me recorren de arriba a abajo buscando un daño, cuando es él , el que tiene que verse su puño que está rosado.
Se encuentra vestido informalmente con a penas un mono que cuelga a sus caderas gris y un pullover que resalta sus brazos musculosos. Su otra mano está unida a mí y cuando por fin la noto me pongo aún más nerviosa y el se aclara la garganta apartandola.
- Yo, perdona - habla ante mi silencio y se pasa una mano por el pelo sin saber cómo actuar- Mierda Berli por qué viniste con él - enarca unas cejas volviendo su atención a mi con una de sus perfectas cejas encarcadas exigiendo una respuesta.
- Solo se ofreció a traerme y no habían taxis a parte Tara...- comienzo a explicar como una tonta y me detiene soltando una maldición.
- ¡Tan difícil fue llamarme o al chófer!. Tenías que venir justo con él, con él - me levanta la voz y eso me enfurece.
Esa actitud de frío y caliente tan voluble y ese fuego que me consume al igual que las miles de preguntas que es este hombre en si.
- No lo pensé, pero tampoco tiene nada de malo- es mi turno de gruñir y me acercó.
A pesar de no tener la misma estatura, ni unos tacones, no voy a dejar que me intimide. Su problema si se molesta por todo sin explicación alguna.
- Sí que lo tiene- gruñe en respuesta dejándonos más cerca con una tensión que se puede cortar con una tijera.
- Lo que tú digas- estoy dispuesta a dejarlo ahí porque veo que es imposible llegar a un punto nuevo con este troglodita, pero antes de que gire una de sus manos va a mi cintura y la otra a mi nuca e impacta sus labios en los míos, en un beso rabioso, de necesidad pura.
Por un momento me toma por sorpresa pero luego me derrito en sus brazos y le correspondo llevando mis manos a su pelo, y abriendo mi boca para que su lengua haga magia. Estoy tan perdida en sus labios que creo que besar a este hombre se podría convertir sin duda alguna en uno de mis pasatiempos favoritos.
Gruñe cuando mis manos ascienden por dentro del pulover tocando los duros músculos de su espalda, lo cual me hace jadear.
Por todas las virgencitas de los músculos.
Así como sus manos van a mi trasero y me dan un gran apretón que se siente tan delicioso, así como esos ojos vidreosos cuando se apartan en busca de oxígeno. Y nos quedamos así por un momento, frente a frente, como si hubiéramos corrido un maldito maratón y de pronto él le puso freno, haciendo que nuestras mentes lujuriosas regresen del paraíso pero nuestras manos aún permanezcan sin querer soltar al otro.
Deseo volver a besarlo y más.
Quiero más, con este hombre.
- Perdón señor- el mayordomo se aclara la garganta detrás de mí, no puedo verlo y me niego a girarme.
¡Qué vergüenza! y si nos vió.
Alex se aclara la garganta y se aparta de mí soltandome.
- No te preocupes Albert. Hola Tara- menciona a mi amiga y me giro de golpe para toparme con los ojos de mi mejor amiga; la cual está con sus maletas al lado del mayordomo y tiene una especie de sonrisa que me dice que claramente nos vio a mi y Alex.
El mayordomo en cambio tiene su rostro rosado.
- Yo, nmmm...- busco las palabras dirigiendo mi mirada a Alex antes de que nos deje solas- ¿Tara puede quedarse en la mansión?- bajo mi voz acercandome a él- No tuve tiempo de decírtelo, pero te puedo explicar después.
- Tranquila Berli no tienes que darme explicaciones, soy tú jefe .
Auch, eso dolió. Sobre todo después de ese besazo. Volvimos a ser fríos como el hielo.
Asiento en agradecimiento y lo veo irse, sin mirar atrás camino a la puerta principal.
Quisiera saber a dónde va vestido así y por qué me beso; y mil cosas pero en cambio me quedo ahí.
Sonrío hacia mi mejor amiga y la guió hacia mi habitación para luego darle un recorrido mientras Albert prepara una de las habitaciones de invitados en mi misma planta.
Al menos con Tara aquí, me sentiría más cerca de la normalidad y no soñaría con cierta persona.
Es solo un sueño nada más.
Solo debo concentrarme en lo importante que es crecer y sacarle el máximo provecho a este contrato.
No volver a caer por esos labios.
No enamorarme.
Así que corazón controlate.
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Curvas Perfectas
RomansaAlex Hamilton es el heredero de la compañía número uno en lencería femenina y todo sobre moda. Es un negocio familiar que heredó de su tatarabuelo. Y con la muerte repentina de su padre, debe tomar su cargo como CEO; todo lo que siempre ha querido y...