9. Violeta

1.6K 69 5
                                    

Algo en mi interior se había agitado cuando me armé de valor y toqué a Chiara. Fue un contacto sutil, muy leve, apenas imperceptible por la preocupación que se respiraba en el ambiente en ese momento. Pero para mí había significado cosas. Me puse muy nerviosa cuando noté la calidez de su pierna bajo mi mano. Seguramente para ella no hubiera sido nada, estaba ansiosa por ver a su amigo, y yo lo entendía. Aunque deseaba equivocarme.

En cuanto noté que mis pulsaciones se empezaban a acelerar demasiado, retiré la mano con miedo, pensando que quizá había invadido su espacio personal y se hubiera molestado. Me relajé un poco cuando Chiara me sonrió, agradeciéndome con la mirada que la hubiera consolado mínimamente. Sin embargo, me asusté.

Me asusté porque no sabía qué me estaba pasando. No era normal ponerse nerviosa con una chica a la que acabas de conocer, a menos que te gustase. Y es que resulta que esa mañana, jamás me habría podido imaginar que el mejor plan sería escuchar a una guiri desvariar sobre lo que somos las personas en la vida y nuestro papel en el mundo. Y mucho menos pensar que un mínimo roce con ella iba a hacer que se desatara un zoológico al completo en mi estómago.

Estaba sentada a mi lado, joder. En mi coche. Violeta, céntrate. Tienes una novia que te espera en casa, seguramente dormida todavía, y tú estás sintiendo mariposas e incluso leones por una morena que huele a menta.

El resto del corto trayecto en coche lo pasamos en silencio, Chiara sumida en sus pensamientos mirando por la ventana y yo pensando en ella. La chica no dejaba de darle vueltas a los anillos de sus manos, casi rítmicamente. De vez en cuando la miraba de reojo, a tiempo de ver cómo sus ojos se aclaraban con el sol, volviéndose aún más verdosos. Esa mañana estaba preciosa.

Llegamos al parking del hospital, y me paré en doble fila, poniendo las luces de emergencia. Me quité el cinturón para girarme a mirarla por completo, y ella hizo lo mismo.

- Gracias, Violeta- me dijo, pronunciando mi nombre con calma.

- De nada, Chiara- le respondí, mirando durante una milésima de segundo sus labios.

Rectifiqué y la miré de nuevo a los ojos, perdiéndome en ellos. Esa mirada me nublaba el juicio. No sabía a qué estábamos esperando, pero ni yo quería que se fuera, ni ella parecía querer irse. Se nos olvidó dónde nos encontrábamos y por qué. Instintivamente volví a mirarle la boca, haciéndola sonrojar un poco. Me sonrió mirando sus manos y se bajó del coche. La seguí con la mirada hasta que entró en el hospital. Esta vez no se giró.

Me quedé allí plantada, asimilando la situación. Qué coño me estaba pasando. Cogí el teléfono y llamé a Denna; necesitaba verla. Tenía un mensaje de buenos días de Julia, diciéndome que tenía un poco de resaca y que aún no había sido capaz de salir de la cama. Un pinchazo de culpabilidad me comprimió la garganta. Ya le respondería más tarde. Marqué el número de Denna y esperé con impaciencia a que respondiera.

- ¿Vio? ¿Qué te pasa?- preguntó la voz de mi amiga al otro lado de la línea.

- ¿Estás en casa?- le repliqué, a modo de saludo.

- Sí, ¿por?- quiso saber ella, claramente sorprendida.

- ¿Puedo ir?

- ¿Ahora?- inquirió, y yo no respondí-. Sí, claro.

- En diez minutos estoy allí- fue lo que dije como respuesta antes de colgar.

Denna me respondió algo pero yo ya había colgado. Arranqué de nuevo el coche y me dirigí a casa de mi amiga, conduciendo por encima de la velocidad legalmente permitida.

Estaba hecha un lío. En tan sólo una mañana, Chiara había conseguido llamar toda mi atención. Había algo extremadamente inusual en ella que me hipnotizaba. Era una mezcla entre fragilidad y fuerza que hacían que la chica fuese especial para mis ojos. Dulce, interesante y agradable. Me transmitía una confianza fuera de lo normal. Incluso me había planteado contarle que a mí también me gustaba cantar, sin miedo a sentirme juzgada por ella, cuando era un tema que sólo había comentado con mi novia y mi mejor amiga. Mi novia. Julia era mi novia. Pero Chiara había conseguido en una hora lo que Julia no consiguió en meses.

Es por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora