12. Chiara

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Me desperté el día de año nuevo bastante tarde, porque el vodka de la noche anterior había decidido darme dolor de cabeza y me hizo levantarme de la cama tres veces a vomitar. Se avecinaba una resaca horrible, aunque mis compañeros de piso no estaban mucho mejor que yo. Paul y Bea dormían directamente en el suelo, porque el único sofá que había en el salón estaba ocupado por Álvaro y un chico que no supe identificar. Luis creía recordar que se llamaba. Ni idea. La puerta del dormitorio de Martin y Ruslana estaban cerradas. Del interior de la habitación de Martin sólo provenían sus ronquidos, pero al cuarto de Ruslana no me quise acercar demasiado porque también estaba Omar allí dentro. Menuda noche.

Nuestro piso estaba patas arriba, porque ninguno contaba con montar la inesperada fiesta que acabó surgiendo tras las uvas. En principio, íbamos a cenar con nuestras familias, que tenían un vuelo desde la isla para pasar el último día del año en Barcelona con nosotros, pero se había cancelado a última hora debido a un temporal con lluvias fuertes.

Como estábamos sólo mis dos amigos y yo cenando en casa, invitamos al resto del grupo a venir después de las uvas. La idea era pasar un rato tranquilo, pero Álvaro trajo alcohol y pasó lo de siempre. Gente borracha durmiendo en mi piso. Hogar, dulce hogar.

Lo primero que hice fue volver a tumbarme en la cama después de tomarme una pastilla para el dolor de cabeza y me puse a mirar un poco el móvil. Recordé que le había mandado una foto a Violeta para felicitarle el año, y me alegró ver que ella me había respondido de la misma manera, con una foto casual en el espejo de un baño, lanzándole un beso a la cámara. Qué guapa se había puesto, y qué bien le sentaba ese color rojo de pintalabios.

Quise buscar una excusa para verla, pero ella sí vivía con su familia, y como toda persona normal, ese día tendría planes ya. Negué con la cabeza y me propuse escribirle al día siguiente, para ver si tenía un rato y le apetecía que nos viéramos.

Me metí en instagram y me salió una historia que se me clavó un poco en el alma. Era una historia que Violeta había resubido de una tal Julia, que supe que era la novia por el parecido que tenía con la acompañante de la pelirroja aquel día en el bar. En la foto, salían las dos juntas posando delante de un árbol de navidad. Julia rodeaba la cintura de Violeta y miraba a su novia, mientras Violeta sonreía a la cámara con alegría. Julia había escrito sobre la foto las palabras "Afortunada de empezar un año más junto a ti", y aunque Violeta al resubir la historia no había escrito nada como respuesta, había puesto un pequeño corazón morado debajo de la foto.

Suspiré para aliviar la ansiedad que se me abría paso a través del pecho, y supe que era más que probable que Violeta estuviera enamorada de su novia. No obstante, algo despertó en mi interior, y fue el deseo de salir de dudas de una vez por todas. Me parecía feo que Violeta quisiera tanto a su novia y me comiese a mí con la mirada en la cafetería. Me había dado cuenta de que cada vez que yo fingía no percatarme, la chica me miraba de arriba a abajo. Y no con admiración, que también podría ser. Me miraba con deseo. Igual que yo a ella. No me gustaba que jugaran conmigo, y aunque al principio me parecía bien el rollito casual de encontrarnos y quedar para desayunar, mis sentimientos habían aumentado exponencialmente. Tenía que decirle cómo me sentía, sacarle el tema de su novia y que me asegurase que no quería estar conmigo, pero necesitaba que me lo dijera claramente. Porque subir una foto abrazada a tu novia después de haberme mirado el culo durante la merienda no tenía sentido. Si quería verme de esa manera, por mí encantada, pero que me lo dijera. Y si sólo quería ver así a su novia, que me lo dijera también.

Fue por eso que quise escribir un mensaje, pero Violeta se me adelantó.

Violeta: Buenos días, Kiki. ¿Qué tal lo pasaste anoche? Espero que genial, ibas muy guapa, por cierto. Bueno, lo que te quería decir es que me apetece volver a verte, si a ti te parece bien. ¿Quedamos mañana?

Es por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora