Fauzia Abbas.
Como la tortilla, mientras mis oídos escuchan la irritante voz de mi prima. Hace un par de horas que me levanté, hoy tendría un día bastante ajetreado.
Empezando por el hecho de que dentro de varios minutos empezaré mi jornada como cocinera para el señor Fujiwara.
- ¡No saben la cantidad de hombres guapos que había ayer por la noche!- Grita sacándonos de nuestras mentes- Madre mía, solo imagínense que uno de ellos venga a pedir mi mano*, me desmayaría por completo- ruedo los ojos al ver que ella se imagina cuentos de hadas-
-Mejor dicho, te desmayarás al ver las notas que sacas en la uni- habla Jalal, sentándose en la mesa junto a nosotros- Así que déjate de estupideces-
Mi mente no deja de pensar en lo que ocurrió ayer...
Solo intento convencerme de que solo fue un acto de generosidad, pero mi corazón no siente que sea algo así. Me pasé toda la noche pensando en su acto, recordando aquel tacto que él me entregó...
Pero todo esto solo hace que la mente se me llene de preguntas estúpidas, las mismas a las cuales no tengo respuestas, solo sentimientos raros.
- Bueno, yo os dejo en vuestras cosas, tengo que ir a trabajar - digo levantándome de la silla- Pasen un buen día- me alejo de ellos, pero alguien me detiene.
- Fauzia- me doy la vuelta viendo cómo Jalal se acerca a mí- ¿Estás segura de ir a trabajar?-
- ¿Por qué no lo estaría?-
- No lo sé, después de todo lo sucedido, es mejor que te quedes a descansar, ¿no crees? Digo que al señor Fujiwara no le molestará, él está al tanto de todo lo ocurrido aquella vez-
-Entiendo lo que quieres decir, pero estoy bien y no hay razón para que me quede en casa- digo dándome la vuelta- Nos vemos, voy tarde-
Salgo del portón de la casa viendo cómo los segundos pasan en mi reloj, así que sin perder más tiempo, me subo en mi coche, dirección la mansión.
****
Había pasado ya un par de minutos desde que llegué a la mansión. Hoy, a la diferencia de los otros días, el sol era el dominante en el cielo, dejando que todo se vea hermoso como siempre.
Cuando puse un pie aquí, mi mente se llenó de preguntas una vez más, pero nunca tenía una respuesta para ellas. Una de ellas era el porqué el señor Fujiwara tenía tantos coches? No estábamos hablando de los coches caros que tenía en frente de la mansión, sino aquellos que le acompañaban día y noche. Todas las veces que veía al señor Fujiwara fuera de la mansión, siempre estaba acompañado de una gran fila de coches, que nunca podía saber de qué se trataban.
Avanzo por el patio observando el lugar tan hermoso que es. Mis ojos observan la mansión enorme en frente de mis ojos, que esta vez está iluminada a la perfección gracias a los rayos del sol. Pero nada detiene que avanzase hasta el gran portón, con ganas de empezar por fin mi jornada como cocinera.
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El Capo y su Dama
RomanceAquella mujer solo era una cocinera como las demás. Dulce, sonriente, amable, todo lo que un ser humano necesita para poder ser feliz . Pero ella, cayó en las manos equivocadas, cayó entre las manos de su jefe, el Capo de la Mafia japonesa. Akihiro...