Capitulo 20

939 39 4
                                    

Fauzia Abbas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fauzia Abbas

Después de haber insistido durante casi un día entero, no conseguí hacerle cambiar de opinión para nada. El señor Fujiwara insistió en estar presente durante la cena, y nada lo hacía cambiar de idea.

Y bueno, aquí estoy, con la vista puesta en el espejo, viendo mi cuerpo envuelto en este vestido completamente negro. Mis curvas resaltaban en este vestido, al igual que mi espalda estaba completamente descubierta. Los anillos y collares eran completamente dorados, dándole un toque más hermoso al vestido.

Paso mis manos por mi cabello, pensándome bien en lo que vamos a hacer esta noche. Pero ya era demasiado tarde, solo quedaban minutos para que el señor Fujiwara estuviera abajo, esperando por mí.

Akihiro Fujiwara.

Miro el reloj en mi muñeca, esperando que la hora haya llegado.

La noche oscura calló sobre Alemania, oscureciendo todas las calles, y en ella, esperan los coches de la mafia japonesa, iluminando el portal de la mansión Abbas con discreción a lo lejos.

Esperaba por la señorita Abbas, ya que como lo acordamos esta noche, estaríamos presentes en la cena de la Tribu, con el fin de poder encontrar más información sobre el tema.

El frío golpea mi cuerpo y las luces de los coches iluminan toda la calle, llamando la atención de los vecinos. Pero toda nuestra atención se la lleva la mujer que sale por la puerta con delicadeza, llevándose la atención de todos nosotros, incluida la mía.

Me despego del capo del coche, esperando verla mejor entre la oscuridad.

Mi mirada la recorre sin esperar ni un segundo más.

Mis ojos detallan su cuerpo envuelto con un hermoso vestido negro, dejándome ver todas sus curvas que aparece en él. Veo cómo su pierna semidesnuda aparece en medio de la oscuridad, al igual que su cabello ligeramente ondulado moverse en una sola dirección gracias al viento delicado. El vestido es simple, pero su cuerpo hace verlo mejor junto a varios accesorios que ella luce.

Veo todo su cuerpo cuando ella se acerca a mí con aquella sonrisa que le caracterizaba. Dulce y sincera, como todas aquellas veces. Ella quedó iluminada gracias a los faros de los coches, dejándome contemplar aquellos ojos perfectos que ella tenía.

Azules como el cielo en medio del mar.

– Buenas noches, señor Fujiwara – Una voz delicada y femenina resuena en mis oídos.

El Capo y su DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora