Capitulo 34

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Fauzia Abbas

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Fauzia Abbas.

Juego con mis dedos, soltando un largo suspiro.

Era la hora.

La hora de enfrentar las respuestas que había estado evitando. De encontrar explicaciones a todo esto: las pesadillas, la rosa, la mariposa, la cabaña... y él.

El momento había llegado, no podía seguir huyendo. Era hora de hablar con la psiquiatra.

—Siento... siento que nada está bien en mi vida —dije, con la voz rota, incapaz de contener la confusión que me ahogaba—. Siento que no estoy viviendo una realidad, como si estuviera atrapada en un sueño del que no puedo despertar.

Ella me miró, esperando que continuara. Sabía que no era fácil para mí abrirme, pero necesitaba decirlo, aunque no supiera cómo expresar el caos que llevaba dentro.

—A veces... ni siquiera sé si estoy viviendo o solo existiendo en una pesadilla interminable. Cada día es una repetición de los mismos temores, las mismas sombras. Las noches... las pesadillas son tan reales, tan vívidas, que al despertar no sé si sigo atrapada en ellas o si realmente estoy aquí. Mi mente ya no distingue entre lo real y lo irreal.

Bajé la cabeza, tratando de contener el mareo que venía con esa mezcla de realidades.

—Es como si viviera en otra dimensión —murmuré—. Donde mis pesadillas se hacen realidad...

Cada palabra que salía de mis labios era una confesión dolorosa. El miedo, la confusión, esa sensación de estar atrapada en algo más grande que yo, todo eso me consumía. Y en ese momento, frente a ella, no sabía si buscaba respuestas o simplemente alguien que pudiera entender lo que estaba pasando en mi interior.

—Entiendo, señorita Abbas —respondió la psicóloga, con una calma que intentaba infundirme seguridad, pero el temblor en mi cuerpo no parecía sentirlo—. A veces, las pesadillas pueden sentirse tan reales que nos hacen dudar de lo que vivimos en estado de vigilia.

Se acomodó en su silla, cruzando las manos sobre su regazo, mientras me observaba con una mirada comprensiva, como si hubiera escuchado muchas historias similares antes.

—Nuestro cerebro es muy poderoso, y en momentos de angustia extrema, las fronteras entre la realidad y los sueños pueden desdibujarse. Las pesadillas, especialmente aquellas que se repiten, están ligadas a nuestros miedos más profundos, a las emociones que no hemos procesado por completo. Esas imágenes vívidas y aterradoras pueden quedarse con nosotros incluso cuando despertamos, haciéndonos sentir que aún estamos atrapados en ese espacio oscuro.

Hizo una pausa, buscando mis ojos para asegurarse de que la escuchaba.

—Es importante entender que, aunque se sientan reales, no lo son. La mente a veces proyecta nuestras ansiedades en formas que parecen tangibles, como si estuvieras viviendo en otra dimensión. Pero hay caminos para regresar y distinguir lo real de lo imaginado. Parte de nuestro trabajo será ayudarte a encontrar esas herramientas para que puedas volver a anclarte en la realidad, en el presente, y liberarte de esa sensación de estar atrapada en una pesadilla.

El Capo y su DamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora