19 Realmente odio a los gatos

75 15 1
                                    

—¡Lili, tenemos problemas! —Jennie entró a su habitación, como de costumbre, sin tocar. Se subió sobre la espalda de Lisa. Normalmente dormía boca abajo.

—¿Qué pasa? Es muy temprano, ¿ya estás mejor? —su voz estaba rasposa.

—¡¡Sí!! Pero más importante ¡tenemos problemas! ¡Es el señor gato!

[...]

—Estaba persiguiendo una flor que salió volando de la ventana y saltó a esa rama. —Jennie explicaba a Lisa mientras señalaba al gato sobre el árbol —y ahora no puede bajar. —dijo con tristeza, mas Manoban observaba incrédula ¿este era el problema que "tenían"?

—Ciertamente es estúpido.

—¿Puedes salvarlo?

—No bromees, ¿por qué tendría que hacerlo?

—Está bien, yo lo haré. —Rosé se ofreció. Manoban bufó.

—BIEN, IRÉ YO—Lisa se le adelanto. Jennie la había ido a buscar a ella para que lo hiciera, a ella, no a Rosé. —Pero no volveré a hacer esto otra vez. —Extendió sus alas y voló hasta la punta del árbol. Se acercó al gato y lo miró enfermo. Lo tomó de la piel y lo alzó. Jennie la miraba desde abajo, totalmente encantada con el accionar de la demonia. Realmente la amaba.
La siguió con la mirada hasta que aterrizó frente a ella y le arrojó al animal. Jennie lo atrapó. —Esto es para agradecer por la flor de la otra noche.

—¿Flor?— la castañita estaba confundida. Lisa no se lo había dicho a ella, sino al gato. Se retiró dejando a Jen confundida.

—No puedo creer que Lisa haya salvado al gato. —Rosé comentó anonadada.

—¿Ves, Rosé? —Jennie realmente estaba contenta y orgullosa. —Lili es amable, ¿verdad?

—Esto es raro... Ella no era así.. —dijo más para ella que para la niña. Jennie la miró pensante, sonrió y salió corriendo para alcanzar a Lisa y caminó a su lado con una sonrisa.

—Oye, no te acerques a mí con esa cosa en brazos.

[...]

Si lo pienso, fue cuando el gato negro llegó a la mansión que el desastre comenzó.

Lisa despertó al sentir un olor que conocía muy bien. Se sentó en la cama alarmada.
—¿Qué es esto? Es como si oliera a gato —el simple olor la descomponía. —¿Es mi imaginación? Pero más importante, siento la presencia de otro demonio. —llevó una mano a su cabeza —¿Y que es esta incomodidad? —logró sentir en ella algo triangular, suave y flexible. A demás, sentía cada toque que le daba a esa protuberancia, como si fuera una extensión de sí misma—¿eh?

—¡Lili, es terrible! —Jennie entró a su habitación. —¡Desde esta mañana, todos tienen orejas de gato en sus cabezas... —Lisa la miró perturbada y ella se detuvo abrutamente, sorprendida. Lisa también traía orejas de gato en su cabeza.
La demonia se levantó rápido y corrió a un espejo donde verse.

—¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO!?

[...]

—¿Tú lo hiciste? —señaló al hombre que se encontraba sentado en el sillón de su sala—¡Félix!

—Como parece que sigues de vacaciones, vine por mi cuenta. —aquel demonio también llevaba orejas de gato y traía uno blanco sobre su regazo, al cual acariciaba.

—¡Toma eso, Lisa-noona! —Min también estaba ahí, llorando de la risa. Pero él no traía orejas—Tu cara se contrae, ¿estas asustada? ¡Asustada de ti misma! ¡Te han crecido orejas de gato! Jajajaja

Una flor para una demonia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora