D I E Z

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—¡Chicos, chicos! — llamó un profesor y todos se reunieron a su alrededor.

—La siguiente actividad será subir a esos teleféricos. Máximo cuatro personas por cada uno.

Rápidamente agarré del brazo a mis dos amigos y los llevé corriendo a la fila, pues no quería esperar cuatro horas para hacer un viaje de cinco minutos.

Los tres esperábamos pacientemente, cuando el profesor llegó a nuestro lado con una chica agarrada del brazo.

—Chicos, ella es Park Ja-wol, de se su clase, ¿podría subirse en el teleférico con ustedes?

—Ahm... Claro, está bien.

El profesor, aliviado, se fue, y nosotros nos quedamos con la muchacha.

—Hola. — dijo.

—Holaa. — saludé.

—¿Cómo se llaman?

—Yo me llamo Jung Hoseok, encantado. — sonrió.

—Min Yoongi. — dijo seriamente.

—Ahm... Un placer. ¿Y tú? — me preguntó.

—Kim Tn, un gusto. — sonreí.

—¡Igualmente! — dijo sonriente. Después de unos segundos en silencio, su sonrisa se borró y nos miró desanimada. — Oigan, no se me da bien socializar, no tengo amigos. Lo siento, me montaré sola... — se iba a ir, pero la tomé del brazo.

—Oye... No, está bien, no te preocupes. A mí tampoco se me da bien, ellos dos me hablaron primero, sino, ni nos conoceríamos. — reí levemente.

En la fila seguimos hablando, hasta que por fin subimos al teleférico.
El viaje duró unos cuantos minutos, los cuales disfruté cómo nunca antes. Eran unas vistas espectaculares. La nieve, las pero esquiando, riendo, el restaurante con una pinta acogedora... Parecía algo sacado de Google.

(…)

—¿Cuál es tu sector?

—El sector C, ¿Y el tuyo?

—El B.

—Oh... Bueno, en se caso. Buenas noches. — le dije a Ja-wol.

—¡Adióoos! — se despidió mientras se iba.

Entré a la cabaña junto a Hoseok, totalmente agotada y destrozada. Había sido el mejor día de estas dos semanas, pero el más cansativo. Mañana es el último día de este viaje escolar, e iremos a las aguas termales.

Me acosté en mi cama y me giré para ver a Hoseok, quien estaba frente a mí también viéndome.

—Pareces cansada. — comentó.

—Lo estoy... — reí leve. — Tú también.

—¿Por qué será? — reímos.

Nuestras miradas se conectaron, poniéndome nerviosa, pues ninguno de los dos hablaba.

—Esta noche hace mucho frío...

—Mhm...

—¿Puedo... Dormir... Contigo? — preguntó.

—A-ahm... Claro. — susurré.

Me hice a un lado de la cama, pero un movimiento suyo me sacó de esta. Me pegó a su cuerpo, y sujetó mi cintura.

—¿Qué... Qué haces? — cuestioné insegura.

—Solo quiero saber cómo se siente... — susurró y besó mis labios.

Me quedé estática, pues no me esperaba esto. Pero, para mí sorpresa, no me molestó, de lo contrario, me estaba gustando sentir sus labios pegados a los míos. Cerré los ojos, puse mis manos en sus mejillas, y le seguí el beso.

Niña de Mami Y Papi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora