D I E C I O C H O

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Mi mano ya me dolía, estaba harto de escribir sobre la historia de Corea del Norte, cosa que me la sudaba completamente. Decidí tener un descanso de unos minutos, así que dejé mi bolígrafo encima del cuaderno y me levanté de mi asiento. Caminé hacia la cocina, bajando las escaleras. Allí vi a mi madre preparando algo, así que me acerqué a ver qué hacía. Usualmente, la cocinera nos hace la comida, es por eso que verla a ella haciendo ese mismo trabajo me extrañaba tanto. 

--¿Qué haces? -- le pregunté ya más cerca de ella.

--Estoy preparando la ensalada para esta noche, la cocinera está muy ocupada y me ofrecí a ayudarla. -- Explicó mientras lavaba la tabla de cortar alimentos.

--¿Esta noche? ¿Qué hay esta noche? -- La escuché suspirar.

--Pensaba que tu padre te lo había dicho, nunca hace nada. Esta noche vienen unos nuevos socios de la empresa a cenar, y van a traer a su hijo, así que tú también estarás. Le pedí a una de las empleadas que dejase el traje que usarás en tu armario, así que ya puedes ir preparándote. Legan a las diez.

--Está bien, mamá. Ya voy... -- Accedí con cierto cansancio. 

Estas cenas me fastidiaban,  me jodían mucho. Lo único que hago en ellas es sonreír, asentir, reírme de manera gentil, y fingir que soy un niño de bien. Pero, ¿Qué sentido tiene reclamarle a mi madre? Ninguno, ella ya tiene bastante mierda encima como para que yo encima ahora me ponga a discutir, sabiendo que seguramente quien agendó esta cena fue mi padre. 

--Gracias, cariño. -- Besó mi frente poniéndose levemente de puntillas. Le respondí con una sonrisa, y me alejé para empezar a vestirme.

Cuando llegué a mi habitación, fui a mi baño, y me di una buena ducha. Al terminar con mi cuerpo lleno de agua, lo sequé, y empecé a vestirme. Por último ajusté mi corbata y me puse os zapatos recién encerados. Fui al baño y me vi en el espejo aún con vaho, desenredé mi pelo, lo sequé y lo arreglé.

En cuanto a la historia de Corea del norte... que le den. 

Mi madre me llamó para poner la mesa, pues os invitados estaban por llegar. En cuanto ella me vio, me alagó haciéndome sonrojar, soy bastante sensible a los piropos, aunque no lo parezca. Mi padre bajó las escaleras ajustándose la chaqueta del traje y fue directo a abrir la puerta, pues el timbre había timbrado. Me quedé para junto a mi madre con las manos detrás de mi cuerpo con una sonrisa cordial para recibirlos, pero toda la ficción se me fue del cuerpo al ver al hijo de los empresarios. No puede ser verdad.

Narra Kim Tn.

Días después... 

Cerré la maleta de un golpe y deslicé el cierre para cerrarla por completo. Colgué mi bolsa de equipaje en mi hombro, y estiré el mango de mi maleta de ruedas. Con las manos llenas de temblores, limpié la humedad que causaban las lágrimas en mi piel, y me giré para ver mi habitación por última vez. Aún no había asimilado que esto estaba pasando de verdad, enserio nos íbamos a mudar. Mi peor pesadilla estaba por ocurrir. Salí de la casa, para encontrarme con todos mis amigos y los de mi hermano, hombres metiendo maletas en nuestro coche, y mis padres mirando todo con satisfacción. Desde mi pequeño arrebato con mi madre, no he vuelto a hablar con ellos. No los odio, pero estoy enfurecida y triste, y sobre todo decepcionada por la mala decisión que yo creo que han tomado, pero, ¿Qué puedo hacer yo? Mi opinión vale lo mismo que nada. Una parte de mí me dice que estoy siendo muy negativa, que tal vez me guste más Estados Unidos de lo que pensaba, y que tal vez esto es lo que necesito. A lo mejor necesito alejarme de mi círculo cercano para despejarme, y dejar de sentirme tan miserable como últimamente lo hago, pero... no dejo de odiar esta situación. 

Mis amigos al verme vinieron a abrazarme llorando, me apretujaron entre los tres, y se acurrucaron en mí. En ese momento supe que esto me iba a doler más de lo que yo pensaba, pues hasta ahora no quise pensar demasiado en ello, debería haberlo hecho, así ahora no dolería tanto. 

-Te quiero, por favor, ven a visitarnos. - suplicó Ja-wol.

-Claro que sí, pero solo en verano. 

-¿Por qué no te vas a final de curso? Es injusto que te vayas en mitad del trimestre...

-Mis padres- Hice una pausa para limpiar mis lágrimas. -, quisieron aprovechar las vacaciones de pascua para irnos, según ellos lo querían hacer cuanto antes.

-Te echaremos de menos, y como no nos mandes mensaje todos los días, voy y te pego. - Avisó Hoseok.

Reí levemente y los abracé de nuevo. Los quiero tanto... no quiero empezar de nuevo, no lograré hacerlo. 

Segundos después, uno de los cuerpos que me rodeaba se separó de mí, era Hoseok.

-Tn, debo contarte algo que ha pasado con J...-

-Tn, nos vamos.- Me dijo mi madre tocándome el hombro. Solté un suspiro y me separé por completo.

-Adiós, chicos.- Dije.

-Adiós, Tn.- se despidieron con dolor. 

Caminé con mi familia hacia nuestro coche y observé a la camioneta que llevaba nuestras cosas detrás ya lista para emprender el viaje al aeropuerto. Me senté en mi asiento y cerré la puerta, me abroché el cinturón, y miré por la ventana buscando despedirme, pero ya no estaban. La única persona que estaba allí era Jungkook.

O al menos la única que quise ver. 

Él me sonrió felizmente y agitó su mano en señal de adiós. Le devolví el gesto, y me puse bien en mi sitio. No sé quién inventó las despedidas, pero lo odio a él y a su invento.

Narra Jeon Jungkook. 

Días atrás... 

¿Qué hacía él aquí? 

-Hijo, estos son los señores Jung, y este es su hijo, Jung Hoseok. - Con mis dientes les mostré una sonrisa abierta y amable, y les hice reverencia.

-Un placer, señores Jung. Espero que su estancia en nuestro hogar les sea agradable. - Deseé cortésmente. 

-Vaya, señor Jeon, tiene usted un hijo muy educado, ya quisiéramos que el nuestro fuese así. - Relamí mi labio inferior y miré al bailarín con superioridad en mis expresiones. 

-En realidad- habló el menor de los Jung -, yo y el joven Jungkook ya nos conocemos. Vamos... al mismo instituto. 

-Oh, vaya. Qué casualidad, ¿No es así cariño?- Le dijo la mujer a su esposo.

-Así es, querida. 

-Bueno, esa es una gran noticia. Ya que os conocéis, después de la cena podéis salir al jardín mientras nosotros hablamos de unos asuntos pendientes. ¿Les parece eso correcto?- Sugirió mi madre con dulzura.

-Espléndido...- Susurré mientras lo miraba. 

El hijo de los Jung era alguien a quien no soportaba, no es nada e n concreto de él, simplemente su carácter me repugna. Él y yo no congeniamos, y menos cuando tiene otras intenciones con chicas, en este caso Tn. Se nota que él la quiere mucho más que para solo ser su amiga, cosa que estoy seguro que ya habría conseguido de no ser por mí, por eso le caigo yo mal a él: Porque él desea a alguien que a su voz me ama a mí.

CONTINUARÁ...

Niña de Mami Y Papi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora