D I E C I S É I S

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Sin esperar demasiado, su varonil mano viajó de mis caderas hacia mi vientre por dentro de mi camiseta. Subió un poco más, dándose cuenta de que no llevaba brasier. Rápidamente lo empujé, haciendo que se tropezara hacia atrás. Ante mi reacción, soltó un suspiro de molestia, y se acercó a mí más peligroso. Agarró con fuerza mi mentón y lo meneó inútilmente con brutalidad, para hacerme sentir dominada.

—Escúchame bien — pronunció enfadado, haciéndome sentir pequena y que le tuviera miedo—, si quiero acostarme contigo, es porque quiero que me dejes en paz, ¿De acuerdo? Así que no te hagas de rogar, te ves estúpida fingiendo que no quieres que te toque hasta el alma. Solo quiero terminar lo que empezaste en aquel club como disculpa por todos estos años en los que he sido un imbécil, y después cortar cualquier contacto contigo. —Suspiró— ¿Está bien? — suavizó ahora el tono—.

—Mhm... — dije con miedo y queriendo llorar de nuevo. Hace un día que no quería estallar en llanto, ya estaba tardando en pasar algo que provocase mis lágrimas.

—De verdad que siento no poder sentir lo mismo que tú, cariño... — acarició mis mejillas y dejó un pequeño beso en mis labios, para después abrazarme —, pero no puedo obligar a mi corazón que sienta algo por una persona que solo me atrae sexualmente. — mi corazón latía fuertemente, no sabía cómo sentirme en este momento. Este hombre cada vez me dejaba más confusa y en parte me dejaba las cosas claras. Era tan...extraño. Parecía un juego macabro en el que me hacía perder la estabilidad mental.

Por desesperado que suene, y por poco sentido común que tenga la frase que voy a pronunciar a continuación, no me arrepiento de haberla dicho.

—Entonces déjame disfrutar de ti por una vez... —logré musitar, aunque sea con mis notas temblando—, solo por esta noche. Ya me habías dejado en claro que solo sería una vez, y que después te olvidarías de mi, así que no me sorprende.

Se separó de mi, impidiéndome seguir escuchando sus latidos acelerados por la situación delicada en la que estábamos.

—No me voy a olvidar de tí aunque quiera. — contestó con serenidad. — Vamos a tu habitación. — acarició mis costados.

Asentí, y limpié mis mejillas húmedas.

Salimos con cuidado de la habitación de ellos dos, y fuimos a la mía con Ja-wol, así podríamos hacer un ruido un poco mayor, no despertar a los otros y que no se enterasen.

Cuando entramos cerré la puerta después de Jungkook, y caminé hacia donde estaban las camas. Él estaba sentado en la mía, así que me quedé frente a él. Cogió mis manos y me ayudó a sentarme en su regazo. Posó su frente en mi pecho y suspiró.

—Tenemos que tener una charla y dejar las cosas claras. — dijo — ¿Estás de acuerdo? — preguntó ya mirándome.

—Mhm... — asentí desanimada.

—Te quiero pedir perdón por... — su voz fue interrumpida por la puerta de la habitación de hotel que se abría.

Segundos después vimos a Ja-wol adormilada entrando. Ni siquiera se percató de nosotros, solo fue y se tiró en su cama para dormir.

—Dejemos la charla para otro momento. — susurré en sus labios — Ahora quiero que me folles. — soltó una risa nasal y asintió.

—Seré gentil porque eres virgen, y te dejaré que escojas como quieres que te folle solo porque seré el primero en darte un orgasmo.

—Eso no es del todo cierto. — negué.

—¿Qué? — parecía confundido. — ¿Fue Hoseok, verdad?

Niña de Mami Y Papi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora