Capítulo XXXVI "Revelaciones Entre Ecos y Susurros"

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Advertencia: En el siguiente capítulo, como en algunos otros, habrán escenas 🔞 pero no te preocupes, si no te agrada leer este tipo de contenido dejaré este símbolo "🔞" cuando comience y finalice la acción, además de un pequeño apartado (R15+)... sin más que decir, disfruten del capítulo.

Las semanas pasaron y el incidente en Cosmic Puppet se esparció como el fuego, la prensa no tardó en hacer de aquel trágico evento la comidilla principal de los matinales de televisión, la desaparición de Afrodita era uno de los temas que más se hablaba, habían cientos de rumores en torno a su paradero, iban desde su retiro hasta de la posible unión a la competencia directa de Cosmic Puppet, por fortuna la información sobre su delicado estado de salud era conocido solo por sus cercanos. Minos había cancelado todas las entrevistas que tenía previstas antes del incidente,  sin ánimo de dar ninguna declaración pública hasta "resolver" el problema en que lo metió Wyvern... Hablando del inglés, este se encontraba en prisión preventiva mientras su caso era estudiado, el escorpión además de denunciar el ataque que sufrió el día del evento también lo hizo por la vez en que Radamanthys intento abusar de él, está de más decir que todos los afectados por el inglés le denunciaron, uniéndose todos para montar un caso completo en su contra, todos menos Afrodita, quien seguía en coma, con asistencia respiratoria, Ángelo prácticamente vivía en el hospital,  por consiguiente, "Inferno", su amado bar, permanecía cerrado sin señales de una pronta apertura...

Por su parte, el español acudía al recinto día por medio, pues necesitaba trabajar para sostenerse. Aún no sabía de dónde había sacado la fuerza para hacerlo, aunque evidentemente su proyecto junto a Aiacos había vuelto a ponerse en pausa indefinida. Aiacos, a pesar de su molestia por la interrupción del proyecto, comprendía la situación del español y se sentía sumamente conflictuado. La verdad es que nunca había sido tan cercano a Minos ni a Radamanthys, probablemente porque era un par de años menor que ellos. Tal vez ni él mismo lo sabía con exactitud, pero sin duda había algo que lo distinguía de sus poderosos amigos: el capital económico. De cabello oscuro, provenía de una familia de clase media; tanto su padre como su madre fueron a la universidad, pero un sueldo de profesor y de secretaria no lo posicionó desde la cuna en un lugar influyente. Vivió junto a ellos una vida cómoda, sin muchos lujos, solo los necesarios, solía decir. Otro punto de inflexión era el consumo de sustancias. Aiacos fumaba cigarrillos y ocasionalmente marihuana; en contadas ocasiones, por quedar bien con sus amigos, consumió drogas más fuertes. Sin embargo, desde una ocasión en la que realmente sintió que moriría, ha estado evitando a toda costa las drogas. ¿Qué le había pasado? Simple, experimentó una psicosis exógena y tuvo que ser atendido de emergencia por profesionales. No tuvo problemas legales, ya que fue auxiliado por el doctor Odysseus. Aiacos se juró a sí mismo que, costara lo que costara, no caería en el juego de los niños ricos.

En cuanto a los hermanos Géminis, los papeles se habían invertido en cierta medida, puesto que Saga era quien estaba a cargo del cuidado de Kanon. Sin embargo, el menor de los Géminis, no dejaba de ser una especie de alarma humana para su hermano, recordándole constantemente que tomara sus medicamentos. Aquella mañana, Saga caminó en dirección a la habitación de su hermano, le llevaba el desayuno. Tocó la puerta y no recibió respuesta, así que decidió llamarle directamente por su nombre.

-Kanon, ¿estas despierto?

Apoyó su oreja contra la puerta y esperó en silencio, pero después de unos segundos no escuchó ninguna palabra. Saga suspiró y negó con la cabeza, giró del pomo de la puerta y finamente ingresó a la habitación. Lo primero que vio fue a su hermano dormido como un tronco; le sorprendía que este, a pesar de lo incomoda que parecía la posición en la que se encontraba durmiendo, no estuviera roncando. Un poco divertido volvió a sacudir la cabeza, se acercó lentamente hasta llegar al costado de la cama de su hermano, le llamo despacio, luego subió el volumen, nada, nuevamente no recibió respuesta, Kanon estaba casi en su quinto sueño. En ese punto, Saga rodó los ojos, dejó la bandeja a un lado, se agachó hasta el oído de su hermano y le llamó. Al no recibir respuesta comenzó a asustarse... Pensó en una última cosa.

Jamás seré plato de segunda mesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora